Seth Peterson satisface a pelo con su culo a Charlie Cherry, el cliente premium más atractivo y pollón de The Nines | Falcon Studios X Men At Play

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Desde antes de cumplir la mayoría de edad, Seth Peterson había soñado con pertenecer algún día a la élite de The Nines. A sus ojos, así como a ojos de la mayoría de chavales de su instituto, The Nines era como la mansión de Playboy, solo que en lugar de tener a chicas como reclamo, su atractivo eran los chicos y, en lugar de limitarse a una mansión, The Nines tenía raíces en todas partes.

Durante años, Seth se lo curró. Quería estar preparado para cuando cumpliera la mayoría de edad. Los chicos de The Nines no tenían por qué ser musculados, ni bien dotados, cada uno era diferente y estaba ahí por la importante razón de que gustaba a los hombres. Algunos eran simpáticos y abiertos, otros tímidos en sociedad pero unos lobos en la cama. Seth se propuso llamar la atención con su carita guapa pero también trabajando su cuerpo en el gym, consiguiendo un six-pack y un culo de escándalo que cualquier tio deseara follárselo nada más verlo.

El día de su décimo octavo cumpleaños, nada más despertarse, lo primero que hizo fue reclamar su lugar en The Nines. Su insistencia y varias fotos, hicieron que llegara a oídos de Paddy la existencia de un nuevo chico dispuesto a darlo todo en la ciudad. Paddy se fijó en su carita, en el precioso ojete que destacaba en la raja de su flipante culazo. Se le puso dura, señal de que ese chico lo valía. Ahora ya sólo quedaba ponerlo a prueba y no se le ocurrió a nadie mejor que Charlie Cherry para hacerlo.

Si ese chaval era capaz de manejarse con su capi, con el tio más atractivo, guapo y pollón que tenía como cliente premium entre sus filas, estaría directamente contratado. Les dio cita en uno de los chalets más lujosos, espacioso, bien amueblado y con piscina. Charlie confiaba ciegamente en que Paddy le proporcionara a sus mejores chicos para sus ratos de ocio, Seth por su parte llegaba con la única meta de follarse a quien fuera con tal de alcanzar su sueño.

En cuanto tuvo a Charlie frente a frente, con sus ojazos azules tras las gafitas, su atractiva cara y su forma de desnudarle con la mirada, la forma en la que le rozaba los labios con el pulgar decubriendo su carnosidad, excitado, echándole el aliento encima, Seth se olvidó de todo, de lo que perseguía con esa oportunidad y hasta de The Nines. Ese tio era tan jodidamente atractivo que le había desmontado todo por completo. No iba a follar por conseguir metas, iba a follar con ese hombre porque quería hacerlo.

Sus besos con lengua estaban riquísimos. Charlie tomó asiento en el respaldo del sofá. Mientras se bajaba la cremallera de la bragueta, echó una mirada a Seth de esas cargadas de vicio, irresistibles. Se sacó la chorra y entonces, si a Seth le quedaba algún resquicio del motivo para el que había ido allí, este desapareció por completo, se esfumó.

La visión de esa polla, larga, gruesa y descomunal saliendo de la bragueta, un pollón imposible, gordísimo, pesado, venoso, con los cojonazos colgando, le dejó sin aliento. Era lo más grande que había visto en su puta vida. Se agachó por instinto, la miró de cerca, todavía alucinando, sacó la lengua y le dio un repaso chupándola antes de metérsela dentro de la boca, descubriendo que era tan gruesa que apenas le cabía por ella.

Un par de chupaditas bastaron para poner esa polla bien dura y hacer que su cipote ganara volúmen, tan grande que la boca de Seth ya se llenaba entera con él. Dios, qué polla tan grande. Seth se viciaba con el cipote, usando una mano para masturbarla. Al sacar la lengua para relamerle el frenillo, miraba a Charlie y se enamoraba todavía más de ese hombre, descubriendo su boquita, la forma de sus labios, lo tremendamente atractivo que era.

Ya sólo con esa cara y esa polla, Seth supuso que se habría follado a todos los chicos de The Nines, pero descubrió que ese tio era algo más que eso, que sabía cómo tratar a un hombre en la cama. Morbo y pasión eran las palabras para definir su forma de hacer las cosas. Sin duda Paddy había dado en el clavo. Seth era el tipo de chavalitos que le gustaban.

Se puso detrás de Seth y se encargó de desnudarle. Primero le quitó la camiseta, descubriendo su torso tonificado, muculadito y marcando abdominales. Eso ya era de por sí un plus para cargarle las pelotas de leche cuando se lo estuviera follando de cara y observara su atractivo. Le quitó el cinturón, le bajó los pantalones y por fin llegó a lo que quería, ver el culazo del que tanto le había hablado Paddy ese día. Ni siquiera las fotos le hacían justicia.

Blanco, redondito, con un agujero hecho a placer, con los alrededores del ojete cubierto de pelos. Qué cosa más bonita. Haciendo morritos, sin poder contener ese gesto intrínseco de lo mucho que le gustaba, dedeó ese ojete con el pulgar comprobando su textura. Cómo latía por él y qué calor desprendía. Pocas veces había visto tan preparado a un chico de The Nines.

Por eso lo lanzó sobre la cama, le abrió de piernas y lo penetró sin condón con su descomunal polla. Joder, qué bien entraba. Charlie no quitaba ojo del punto de encuentro donde su pene blandía ese culito, mordiéndose el labio inferior. Entraba de lujo. Miró a Seth y este le devolvió una sonrisa. Menudo guaperas. Charlie se inclinó y le propinó un beso.

Seth se giró un poco de costado, juntó las piernas y dobló las rodillas. El culazo de Seth se presentaba ahora ante Charlie como un buen jamón de jabugo. Le metió la pollaza horadando una y otra vez ese agujero en el que ya no había espacio para nada más que para su enorme verga. Charlie agarró por los muslos al chaval, elevándole el pandero, le puso a cuatro y le dio por culo.

Perfecto para rabos generosos como el suyo. Se inclinó sobre la espalda del chaval y le comió la oreja. Eso provocó que Seth se pusiera más cachondo todavía y se abriera más para su primer cliente. Follando, Seth se había olvidado del tamaño de la polla de Charlie hasta que le vio tumbado sobre la cama, meneándosela. Estaba tremendo, con esa tranca en su mano, vestido de traje y corbata de cintura para arriba, pero totalmente desnudo hacia abajo.

Se coló entre sus piernas y se la mamó antes de hacer su movimiento más arriesgado, el de sentarse sobre esa pollaza y empalarse en ella obligándose a sí mismo a devorarla enterita con su culazo. Una vez la tuvo dentro, saltó y se la meneó a buen ritmo, gozando por un momento de esa sensación de tener el control. Charlie estaba debajo de él, a sus órdenes. No pudo negar que tener la sartén por el mango le encantó. Si quería, podía ordeñar a ese tio con su culo hasta que le preñara.

Lo intentó, vaya que si lo intentó, sin que se notara mucho, pero de varias maneras, incluso dando la espalda a Charlie y dejando que viera el culito redondete que tanto le gustaba pajeando su hermosa polla, pero ese tio tenía un aguante de dos pares de cojones. Por algo eras el mejor cliente de The Nines, porque duraba como pocos y era insaciable.

Seth se tumbó sobre la cama y se puso a hacerse una paja mientras Charlie se la meneaba a placer encima de su cara. Menudas vistas tenía Seth mirando hacia arriba, entre los muslos de ese macho. Levantó un poquito la cabeza, abrió la boca, sacó la lengua y le dio un buen repazo a los huevos peludetes. Tenían pinta de estar bien cargaditos y Seth se sintió muy cerdo chupándole los bajos, en su salsa.

Permaneció ahí, con la cabeza entre sus piernas, esnifando el aroma de su culo, chupándole las bolas, cuando Charlie soltó un gemido, se inclinó hacia adelante, se agarró al cuerpo de Seth para no perder el norte y empezó a soltarle toda la leche encima, dejándole un buen pegote en el cuello y retrocediendo, buscando hacer lo mismo con su guapa carita.

Le temblaban las piernas cuando vio escapar la lefa de su cipotón enorme y ahora rojizo, cayendo sobre la jeta del chaval. Seth se puso tan burro viendo esa corrida de cerca que su reacción fue casi inmediata. Sintiendo un gusto indescriptible recorriéndole el cuerpo, soltó un trallazo hacia arriba como si fuera un aspersor, lluvia de semen seguida de lava blanca que salía de su cipote con espesos goterones, mojándole el puño y el vello genital. Se ventiló bien los huevos. No se dejó nada dentro.

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