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La de Rhyheim Shabazz es la larguísima y gran polla a la que Alberth Pineda le reza | MEN

Riding Rhyheim

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Soñana día y noche con los cuerpos atléticos de esos negrazos imponentes que veía en la tele. Verlos correr los cien metros en la pista de atletismo, con toda la dote apretada y marcada en el traje meneándose de un lado a otro. Sólo de imaginar después lo que sucedería en los vestuarios, con todos esos tios bajándose los tirantes y dejando libres sus largas y enormes pijas, Alberth Pineda se ponía más cachondo que un mono.

Ya no sabía distinguir entre sueño y realidad, porque hasta despierto fantaseaba. Sólo supo que al abrir los ojos tenñia frente a él a Rhyheim Shabazz, uno de esos tios imponentes, alto, cachas, seductor, luciendo unos calzoncillos blancos tan ajustados que no dejaban lugar a la imaginación. El ojete del culo se le hizo pepsi cola al probar sus labios carnosos, al sentir cómo le atrapaba por el cuello con sus manos grandes de largos dedos.

Él se levantó y Alberth quedó de rodillas, mirando hacia un enorme paquete. Rhyheim la tenía tan jodidamente larga que al ponérsele tiesa se le había escapado por la goma hacia arriba mirando hacia su cadera. Alberth cerdeó magreando el paquete con su cara, alzó las manos y apresó los fornidos pectorales de ese cabrón, deslizando sus dedos por las protuberancias de unos marcados abdominales.

Sacó la lengua, le lamió la parte de rabpo que sobresalía y luego tiró de los calzones hacia abajo dejando que ese gigantesco y larguísimo pollón se meciera delante de su jeta. La admiró durante unos segundos y luego se la metió dentro de la boca para chuparla con ganas, atrapando un buen trozo. Le sobó los huevos y se la siguió mamando, saciando su hambre de verga.

La sostuvo sobre su lengua, esperando que Rhyheim le lanzara un buen gapo desde arriba. La miró de lado. Extremadamente larga. Intercambiaros sus posiciones. Ahora era Rhyheim el que estaba abajo. Alberth se bajó los calzones y sacó a paseo su tremendo miembro viril que nada tenía que envidiar al de Rhyheim, que con mucho gusto lo sobó dentro de su boca, succionándolo como si fuera una pajita.

Cuando salió de ella, el cipote grande de Alberth salió mojado y lubricado. Tenía unas buenas tragaderas. Se la comió hasta los huevos y al ver que podía hacerlo, Alberth posó las manos en el cogote y lo atrajo hacia su entrepierna para dejarlo sin respiración.

En qué momento se le ocurrió a Alberth quedarse a cuatro patas. Rhyheim se hizo con el control de su cuerpo. Le bastó con unos besitos en el culo, con meter las manos entre las piernas de Alberth acariciando todo su cuerpo, dejándolo totalmente vendido. Le alzó el culo y se lo comió bien comido en carretilla, lo alzó al vuelo haciendo fuerza con sus manos en los pectorales de Alberth y lo dejó volando como un gavilán, con los cojones y la pija blanquita y larga entre los fornidos pectorales cuadrados de Rhyheim.

No recordaba Alberth que le hubieran abierto nunca tan de par en par el ojete del culo. Fue sentir ese rabo largo y enorme rozando su raja y se puso bien calentito, luego ese tiarrón inclinándose hacia él, con tantas ganas de follárselo. Le dejó entrar con todo y sin condón, recreándose tocando su torso musculado, culminando la experiencia de hacerlo con el tio de sus sueños húmedos.

Las embestidas cada vez más fuertes y profundas. Alberth empujó su picha con la mano fostiando el vientre de Rhyheim. Blanco sobre negro. Rhyheim se puso en cuclillas, cada vez más cerca. Alberth se aferró con las manos a su cuello y se dejó hacer el amor. Siguió abierto de piernas. Rhyheim acababa de acostarse a su vera y se la estaba metiendo de lado, aprovechándose una vez más de la longitud de su pene.

En una empresa arriesgada, Alberth le dio la espalda y se sentó sobre sus piernas. Sabía que esa iba a ser la clavada más larga y profunda de todas, la de verdad. Se quedó ahí, abiertito, sintiendo cómo Rhyheim le enculaba desde abajo y le destrozaba con la polla. Acabó con la espalda sobre el torso de Rhyheim, en volandas, hecho un ovillo, con el culete abierto de par en par y follado a pelo.

Completamente dominado y sin poder escapar, Rhyheim lo tenía pillado, abriéndole las piernas con los brazos por el interior delos gemelos. Lo hicieron de pie. Plantó las manos en el culazo de Alberth y lo lanzó hacia arriba dejando que cayera ensartado en su rabo. Se besaron cachondos perdidos y acabó dándole por culo, follándose ese delicioso culito. El hombre del discóbolo.

A punto de correrse, Rhyheim se pajeó su larga polla encima de la carita guapa de Alberth. Unos cuantos meneos más tarde, la polla se puso bien dura y tiesa, los gemidos comenzarona a aflorar por la boca de Rhyheim y la leche fue cayendo, salpicando el rostro de Alberth que miraba la corrida con atención desde abajo. Su mejilla izquierda y su nariz cubiertas de lefa.

Se guardó para sí esa visión acojonante y la uso en su propio beneficio para cascarse un pajote y soltar lastre. Se le infló la polla y se corrió a perdigonazos, decorándose la barriga y el costado. Rhyheim bajó a besarle los morros y llevándose con él su propia condecoración encima, viajó hacia el otro lado y saboreó el cipote de Alberth con los labios, jugueteando con ambas leches para después conducirla de nuevo hacia la boca de Alberth y así poder divertirse juntos.

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