Roman Mercury se folla sin condón el tremendo culazo peludo de Jayson Parker | Raging Stallion
Hardwood Lodge
Hacer auto stop en una carretera por la que no pasaba ni un solo coche era el tipo de ocurrencias que sólo podían pasársele por la cabeza a Jayson Parker. En realidad no esperaba que nadie lo llevara a ninguna parte, pues era un alma libre y viajaba en solitario reposando de hostal en hostal y tiro porque me toca, retozando con todos los hombres que se le ponían por delante y ese día no esperaba menos.
Esperaba que su apariencia desgarbada y varonil y que sus pantalones cortos vaqueros bien ajustados, que le marcaban un culazo al que pocos o ningún tio podía resistirse, hicieran todo el trabajo por él. Y efectivamente, el primer macho que se cruzó en su camino cayó como una mosca. Roman Mercury no pudo evitar que se le dibujara una sonrisa de tontorrón en la boca al ver a ese pibe.
La conexión fue inmediata y es que entre dos tiarrones cachas y de pelo en pecho, sabían reconocerse mutuamente. Por decir algo, Roman propuso a Jayson ir hasta su cabaña donde tenía el coche con el que podría llevarlo donde quisiera, pero la realidad es que estaba deseando follárselo. No todos los tios podían marcar el culo de esa manera en los pantalones. La pasión acabó por desatarse cuando le vio subir una roca y Jayson le tendió la mano.
Por primera vez sus manos rozándose, grandes, calientes. Se dieron el lote en lo alto de la montañamirándose a los ojos, comiéndose con la mirada, rozando bigote con bigote, barba con barba, explorando sus bocas con las lenguas. Lo que Roman no le dio al aire libre se lo entregó enterito de puertas para adentro, cuando los dos desnudos en la cabaña, dieron rienda suelta a las ganas que se tenían.
Literalmente Roman se lo comió a besos. Se notaba en su mirada las ganas que tenía de ese chico, por cómo le miraba, por cómo le dedicaba todo su amor. Jayson se dejaba querer. Era fácil con un hombre así delante, tan varonil y decidido a hacerte de todo. Aunque ya pudo intuirlo de camino a la cabaña, comprobó que Roman tenía una polla bien tocha, grande y gorda, que se correspondía totalmente con su complexión de tio duro.
Fue Roman el que le animó a tocársela. Agarró sus dos manos y las condujo hacia su miembro para que se lo masturbara. Se besaron, se pajearon mutuamente y Jayson acabó de espaldas dándole culo. Grande, precioso, peludo, con un piercing anillado justo en el perineo. Ese culazo era puro amor y estaba deseando comérselo desde el mismo momento en el que se lo había visto bajo los vaqueros.
Separó sus nalgas y buscó con la lengua el deseado agujero. Cómo se retorcía y gemía como una putilla el santo varón al sentir el vicio de esa lengua buscándole las cosquillas. El culito preparado, su polla bien dura. Ya sólo faltaba una cosa a falta de condones: lubricante. Hizo darse la vuelta a Jayson para que le comiera la tranca y se la dejara bien empapada en sus babas.
Ver esa carita guapa comiéndole el pollón bien gordo le hizo volverse loco. Sin sacársela, le volteó poniéndole la cabeza en la almohada y le folló la boquita. Dios, cómo le gustó bombearle, presionando su garganta con la tranca, posando sus pelotas contra la barba. En un renuncio, Roman le puso el culo sin querer cerca de la boca y Jayson se lo comió también. Los huevos retozado sobre su frente, la polla rebotando sobre ellos, delicia.
Estaban los dos cachondísimos. Roman se puso encima de Jayson, lo abrazó y le metió un buen morreo. Mientras tanto, pegó bien su rabo y sus pelotas a las de Jayson y empujó logrando que se frotaran mutuamente. Poco a poco se encargó de que Jayon se fuera abriendo de piernas y las puso rodeando su espalda, por encima de su culo de macho bien peludo.
Prefirió empezar a lo grande. Se dio la vuelta, se quedó tumbado bocarriba en la cama y dejó que Jayson empezara cabalgándole. El tio sabía cómo hacerlo. Sólo tuvo que sentarse sobre sus piernas, agarrar la polla dirigiéndola hacia el interior de su culo, metérsela dentro sin condón y comenzar a dar saltitos. La postura que más alegrías daba a Roman, porque así podía ver al tio al que se estaba follando en todo su esplendor, aparte de ver su pija dura rebotando sobre su barriga.
Una vez satisfecho con su postura preferida, cumplió el sueño que llevaba esperando toda la tarde desde que conoció a Jayson, darle por culo. Le puso a cuatro y se lo folló por la retaguardia. Dura prueba para sus santos cojones, porque ver esas nalgas grandes meciándose y abriéndose ante él le crearon un buen caldo de cultivo en los huevos.
Menudo culazo y cómo tragaba polla. Lo cogió por las caderas y lo impulsó hacia atrás dejando el pandero al borde de la cama. Roman se quedó de pie y siguió dándole cera por detrás. Ya estaba sudando. Le dio la vuelta, le abrió de piernas y remató la jugada. En los momentos previos a correrse, Jayson no dejó de mirar a Roman a los ojos, excitado. Se agarró la pija y se la batió a toda hostia, soltando alguna risa de loco ante lo que se venía. Un largo chorrazo salió propulsado de su polla, mojándole todos los pelos de la barriga y del muslo.
Roman se tumbó en la cama y empezó a pelársela. Jayson se tumbó a su lado, con la cabeza cerca del rabo, esperando el momento de la eyaculación. Acabó con la lengua y el bigote mojados, le entró hambre y se zampó el pollón corrido. Con la leche dentro de su boca, acudió a la de Roman y se besaron compartiendo su esperma. Otra vez sus labios juntos, esta vez mojados, el roce de los pelos de sus bigotes, de sus barbas. Otro viaje completado.