Nico Zetta cubre a John Brachalli en el jardín follándoselo a pelo | Lucas Entertainment
Hardcore Athletes
El deporte era más motivador cuando su colega Nico Zetta estaba cerca. John Brachalli y él se habían hecho íntimos desde que se conocieran en el gym, inseparables. Si no era el gym, era el salón o en días soleados como ese, el jardín, el lugar en el que hacían deporte, dando a cada esfuerzo su recompensa, sí, como si fueran un par de perros a los que tuvieran que decir lo bien que lo estaban haciendo para que lo siguieran haciendo.
Un crunch abdominal, un besito, otro cruch, otro besito, un crunch adicional, toma rabo. John ya había cerrados los ojos porque sabía que en cada crunch iba a encontrarse como regalo los labios de Nico, pero el muy cabrón esta vez se había sacado la polla y se la había puesto donde antes tenía la boca y acababa de darle un beso al cipote. Y qué largo, qué grande y qué rico.
Aparte de hacer ejercicio y pesas, el otro tipo de deporte que más le gustaba era follar. Le bastó levantar el brazo para que Nico se pusiera más cachondo y acabara con los morros esnifando sus axilas. Así pasó, que se puso tan perraco que acabó cogiendo la cabeza de John poniéndole una mano sobre el cogote y la otra en la barbilla obligándole a tragar rabo a un ritmo vertiginoso.
Le dio la vuelta, le puso a cuatro sobre el césped y exploró ese pedazo de culo que tanto le gustaba. Fue meterle un par de dedos, sentir la suavidad, el agarre y lo apretado que estaba, que enseguida acudió con la polla para meterle unas buenas estocadas a pelo. No paró de abrazarle, de mirar la cara guapa de John y lo mucho que disfrutaba mientras se lo follaba. La corrida fue to guapa. Ahí estaba el mamón, con ganas de recibir leche, la boca abierta y la lengua por fuera. Nico le lanzó unas buenas virutas de lefa blanca iluminadas por el sol que se le quedaron en toda la jeta y la barba.
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