Lucio Davoli se lanza al vicio follándose a pelo al guapísimo Igor Lucios | Tim Tales
Tremendo. Igor Lucios era le tipo de chaval con el que Lucio Davoli no podía bajar la guardia y no porque no quisiera, es que no podía. Todo el rato la polla bien dura con ese cabrón. Si le daba de comer de su enorme pirula de veintitrés centímetros y super gruesa, eran sus morritos, su mirada, esa media sonrisa que le desmontaba todo el chiringuito en un segundo y hacía que sus huevos rebosaran de leche.
Si le tenía a cuatro patas y le estaba dando por detrás, era su precioso culito redondo y blanco que no paraba de almorzar rabo. Intentaba cogerlo a dos manos, pararlo un poco para evitar lo que se venía, pero Igor estaba hambriento y sólo quería zampar y Lucio sól podía mirar como ese culete se tragaba su polla una y otra vez, completamente a pelo y sólo podía respirar hondo y rezar porque en una de esas no le dejara dentro una buena preñada.
De frente la cosa iba a peor. Tenerle ahí, bien guapete, abierto de piernas, con el pedazo de trabuco que gastaba el gañán, también dentro del club de los veinte, bien gordo, reposando sobre su vientre mientras él se lo zumbaba, su boquita gimiendo, su barba, su torso musculadito y peludo, la carita de gusto que ponía como si le hubiera tocado el punto dulce.
Dejó a ese tragapollas hacer de las suyas y quepasara lo que tuviera que pasar. Dejarle cabalgar sobre sus piernas fue el reto más duro, porque aquí Lucio ya no tuvo el control. Igor se metió la polla por el ojete, se inclinó para pegarle un morreo y durante todo el rato que estuvieron besándose, no paró de sacar y meter la polla por su precioso agujero. Cuando Lucio estuvo a punto, se levantó con rapidez y apuntó directo hacia la cara de Igor, que abrió la boca, sacó la lengua y se llevó toda la leche de premio. Ver el semen desperdigado por los pelos de su barbita, con sonrisa incluída, fue todo un regalo para la vista.
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