Beau Butler se recrea la vista con la cara, el cuerpazo y el rabo de Allen King y se lo folla a pelo en la habitación | Men At Play X Raging Stallion
Strong Suit Ep 4: Tag Along
Como supervisor, Allen King tenía que asegurarse de que todos los futuros empleados de la compañía supieran defenderse a la hora de enseñar una propiedad a los que sería sus propietarios. Beau Butler sabía que la venta de El Ranchito en la costa de España, era una oportunidad de oro para ganar puntos frente a él. Lo recorrieron hasta llegar a una de las habitaciones, donde Beau le confesó que esperaba haberlo impresionado.
La respuesta de Allen no se hizo esperar, se acercó pasito a pasito hacia Beau, invadiendo su espacio vital y le contestó, cogiéndole de la corbata y atrayéndolo hacia su cara, que cómo sabía si no le había impresionado ya antes. Le agarró el paquete y continuó diciéndole que el trabajo sería suyo si acababan lo que los dos tenían ganas de hacer.
Beau se dejó llevar por ese seductor. Morreándose, descubrió lo salvaje que era, por la forma en la que le comía la boca con deseo y le agarraba a dos manos el culo por detrás. Y es que Beau tenía un culazo de toma pan y moja. Allen ardía por dentro deseando verlo en todo su esplendor, así que le empujó sobre la cama donde Beau cayó a cuatro patas y Allen le rasgó el pantalón rompiéndolo a la fuerza desde la raja hacia afuera. Se tomó unos segundos para admirar semejante portento, grandísimo, peludo, antes de perderse con la cabeza dentro de esa hucha.
Continuó quitándole los zapatos, lamiéndole los pies, le bajó los pantalones y le comió la polla metiéndosela hasta la garganta. Qué tragón. Beau sentía que era dominado por ese jovencito cabronazo. Le tenía sentado a su lado, inclinado hacia su entrepierna, mamando rabo hasta los huevos. Le dio unos toquecitos con la mano en la mejilla para notar el bulto de su propia polla dentro de esa boca mamona.
Había llegado la hora de exigir su recompensa como nuevo empleado de Pinstripe Realty Worldwide, lo ponía en el contrato que ya se sabía hasta de memoria, que el placer estaba por encima el trabajo y que cualquier nuevo empleado nada más entrar podía hacer uso de un deseo privado. El suyo fue ese, desnudar a Allen, bajarle los pantalones y poder ver su larga y preciosa polla colgando entre sus piernas, desabrocharle botón a botón la camisa, notando cómo se le aceleraba el punso al ir abriéndosela y ver el alucinante torso musculado de ese jovencito cabrón.
No le quitó la camisa del todo, le quedaba de vicio así abierta por el pecho, el blanco de la tela contrastando con su cuerpo definido y bronceado. Para Beau fue todo un placer llevárselo a la cama, follárselo a pelo y ver cómo ese cuerpo masculino se mecía hacia adelante y hacia atrás al compás de sus embestidas. Hicieron buen uso de la estancia follando por todos sus rincones. Se la metió en volandas en la estantería, le empotró contra ella y acabó corriéndose encima de su cara.
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