Charlie Cherry vuelve loco a Rudy Gram metiéndole su gigantesca polla por el culo y sin condón | Lucas Entertainment
Charlie Cherry On Top
El olor de algunos tios le volvía loco a Rudy Gram. No recordaba haberse vuelto tan loco entre las piernas de un hombre como con Charlie Cherry. El tio, al que acababa de conocer en el comedor del hotel y con el que había tenido una suerte de flechazo (Charlie le rozó el culazo con el paquete al pasar por el pasillo y Rudy le devolvió una sonrisa girando la cabeza), también estaría flipando, colocando una mano sobre su cabeza y viendo cómo frotaba los morros y las napias contra la parte interior de sus muslos, su culo y sus pelotas, esperando a ver si acababa de saciar su fetiche personal para empezar a mamársela.
Que Rudy se hubiera vuelto así de loco también era culpa de Charlie. A Rudy no dejaban de sorprenderle los tios y cuando Charlie se bajó los calzones, volvió a fliparlo una vez más al ver su chistorra colgando entre las piernas. Porque no tenía otro nombre, es el que le vino a la cabeza al ver ese pollón ahí alardeando, meciéndose de lado a lado, con el cipote llevando todo el peso. La imaginación de Rudy se disparó al pensar qué tamaño adquiriría ese rabo cuando estuviera duro. Y hay que decir que lo que vio cuando eso ocurrió, superó todas sus expectativas.
Ese chico guapo de ojos claros resultó ser un puto dominante. Jamás Rudy se había entregado a un tio como lo hizo en esa cama, a cuatro patas, bien jodido por un pollón que llevaba al límite la dilatación de su ojete, un tio que no paraba de darle por culo mientras le metía los dedos por la boca obligándole a abrirla pñor el simple hecho de que se ponía cachondo escuchando a un hombre gemir en alto, cuanto más alto mejor.
Cabalgar sobre su polla erecta fue uno de los mayores placeres de su vida. La tenía dura y enorme, el cipote entró suave y gordísimo dentro de su ano y le acarició alguna parte sin nombre que le provocó una oleada de placer y le dibujó una sonrisa en el rostro. Salieron fuegos artificiales por el rabo de Rudy cuando se corrió, soltando su lefa encima de ese machote y se tumbó para recibir su dósis de leche. Blanca, espesita, resbalando por sus morros en dirección a su cuello.