Tyler Drake te muestra su largo y enorme miembro viril y se la machaca delante de tu cara | The Bro Network
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En pleno espectáculo, de entre todos los espectadores, hombres y mujeres que allí había, Tyler Drake se acercó a ti y, después de hacer un baile sensual contoneando su escultural y musculoso cuerpazo, te susurró al oído que te quedaras hasta que todo el mundo se hubiera marchado esa noche. Pensaste que era de coña, pero algo te hizo quedarte pegado al asiento, un cúmulo de sensaciones y de todo lo que habías visto sobre el escenario y cerca de ti que te impidieron levantarte.
El tiempo se te hizo casi eterno desde que se fue todo el mundo. Por tu mente pasaban mil y una guarradas. Podías sentir el calor de ese cuerpo desnudo cerca del tuyo, su aliento, su voz masculina penetrando por tu oído hasta abrirte el ojete del culo, como si fuera la llave para una cerradura, cosa de magia. Ese bulto enorme y duro que se dibujaba en su entrepierna, por debajo de los ajustados vaqueros y que te hacía pensar en lo grande que la tendría. El hecho de fantasear con tener esa pedazo de polla en tus manos, manosearla, pajearla, comerla y meterla dentro de tu culo te la estaba poniendo durísima y podías hasta sentir que se te escapaba el precum sin todavía tocártela, sólo por el roce de la tela de los calzones contra el pene duro.
El pulso se te aceleró al verlo aparecer cumpliendo con su promesa. Estaba todo guapete y recién duchado. Iba vestido con su chupa de cuerpo, camiseta de manga corta blanca, gorrita con visera y llevaba los mismos vaqueros del espectáculo. No habías reparado en lo apuesto que era. Se metió un agarrón al paquete enseñándote eso que tanto deseabas, marcando por encima de los vaueros con los dedos de la mano la polla que le colgaba por la pernera.
No paraba de susurrarte guarradas. Tus ojos se fijaron en sus labios húmedos, en su mirada penetrante. Se quitó el cinturón y empezó a arrerase en el paquete para que te dieras cuenta, por si todavía no lo habías hecho lo suficiente, en lo dura que la tenía. Que te enseñara la pija todavía estaba por lkegar. Antes jugó con tus sentimientos brindándote un espectáculo a solas, sólo para ti. Se desnudó de cintura para arriba, todo musculado, te enseñó su poderoso culo de héroe.
Entonces por fin se dio la vuelta y lentamente comenzó a bajarse los pantalones. No llevaba calzones. Por la parte de la bragueta comenzó a emerger la pirula. Seguía bajando los pantalones y la cabrona todavía no saltaba, lo que daba una ligera idea de lo larga que la tenía. Por fin salió rebotando la muy puta. La tenía jodidamente enorme y larga. Se la cogió con la mano y se palmeó encima.
Te la puso enfrente de la cara y se la empezó a pajear. No dejabas de relamerte deseando probarla. Podías casi percibir el sonido de la piel recubriendo y desplazándose por el cipote lubricado. Era larguísima y venosa. Meneó las caderas de lado a lado soltándose el pollón que rebotó de cadera a cadera con amplios movimientos. Se quitó la gorrita y aprovechó el hueco de la parte de atrás para colar su rabo por el agujero. Se lo folló delante de tu cara mientras tu estabas bizco de placer obervando esa pedazo de tranca delante de tus ojos. Impresionante.
Tantas veces que habías creído que detrás de esas telas blancas que los estríper levantaban con sus vergas al danzar no eran sino prótesis y ahora te estabas dando cuenta de que todo era real, de que estaban así de bien dotados. La alegría de tu rostro, con esa risa tonta de vicioso, mirando fijamente la polla colgando, era para enmarcarla. Más feliz te ibas a quedar cuando se la pajeara duro encima de ti y te fueras a casa con la cara y la camiseta llena de leche de macho. Te pasaste todo el camino relamiéndote y recogiendo los pegotes de la ropa con el índice, conduciéndolos a tu boca cuando en esta ya no quedaba rastro de la lefa.
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