Jens Christensen se vicia con Rick Palmer dándole de comer de su grueso y enorme pirulón y follándoselo a pelo | Bel Ami Online

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Estos novatos que traían a la villa cada vez estaban más ricos. Jens Christensen se puso tontorrón al mirar la carita guapa de Rick Palmer y se imaginó haciendo con él mil y una guarradas. Ante la pregunta de si ya había conocido al resto de los chicos, Rick contestó que sí, pero que no se acordaba de sus nombres. De sus nombres no, pero seguro que sí se acordaba de sus pollas, porque en cuanto entraba savia nueva, todos querían probarla.

Aunque sabía que no era el primero en disfrutarlo, Jens en su cabeza imaginó que sí lo era. Le encantaban sus pezoncitos duros. Tímidamente primero se los tocó con la yema de los dedos, luego se lanzó y se los chupó con la lengua y los labios, se recreó en los duros abdominales del colega y no tuvo miramientos a la hora de sacarle la polla por encima de los pantalones cortos de deporte a los pocos minutos de conocerle.

Tenía el rabo del tamaño perfecto para mimarlo entre sus labios con cariño y también para devorarlo. Su forma delgadita tirtando a larga y el hecho de no ser demasiado grueso, lo convertían en el misil perfecto para comerlo hasta los huevos y sacarle todo el jugo. Volvió al chaval loco cuando le comió los huevos uno a uno. Le masturbó fuerte el rabo, lo palmeó sobre su lengua, le echó todo el aliento encima, se lo lengüeteó ávidamente hasta degustar esa exquisita gota que rezumó por la raja de su cipote.

Había una palanda que empujaba hacia arriba, justo al borde de la goma de las bermudas de Jens. Rick le volteó bocarriba para descubrir qué era. Se encontró con una pollaza machota bien larga y super gruesa que relamió de una pasada desde la bolsa de los cojones hasta la punta y rozó con la punta de la nariz sintienod su calor antes de metérsela por la boca y descubrir que apenas le cabía.

El cipote ya le rellenaba toda la cavidad bucal y todavía había otros veinte centímetros de rabo bien formado para tragar por delante. Un imposible. Durísima, venosa, se dedicó a tragar hasta donde pudo y sobre todo a juguetear con ella, admirando su preciosa forma de pollón enorme, a sentirla en su lengua, rozando sus mejillas, su frente, gozando de ese gigantesco rabo como un auténtico cerdo.

Hizo un poder y se tragó hasta la mitad. Al sacarla de su boca, se había puesto más grande y hermosa, con el cipote a punto de reventar. Una verga simplemente alucinante y majestuosa. Miró a los ojos a Jens mientras se la mamaba, mientras rebozaba su capullo por encima de la lengua. Menudo pene se estaba llevando a la boca. No se daba cuenta, pero ese rabaco seguía creciendo más y más y él cada vez se sentía más cómodo tragando pija.

Un gemido prolongado salió despedido de la boca de Rick al sentirla por primera vez penetrando su ano. Era gordísima y enorme. Jens le folló primero con la punta y luego metiendo más y más trozo. Entraba más qe ajustada, pero acabó metiéndosela hasta las bolas e incluso con Rick culeando hacia atrás deseoso por tener todo ese rabo enorme dentro de su agujero.

Se tragó todo el pollón y lo cabalgó dándole la espalda. Se inclinó hacia adelante y miró la entrepierna. Se levantó los huevos con la mano para poder ver lo que tenía detrás y vio cómo ese inmenso pedazo de carne penetraba su ojete arrastrándose por el interior de su cuerpo. Ver esa pollaza grande y gorda, con sus tres conductos cilíndricos destacados sobre su viril forma de pene, le pusieron bien cachondo.

Encima de la mesita de madera, Rick rozó lo divino. Su cuerpo musculoso se mecía levemente a cada pollazo que Jens le metía. A un lado unos libros, al otro la cama con las sábanas revueltas donde habían retozado y si miraba hacia arriba se encontraba con el torso de Jens que no paraba de penetrarle a toda hostia y su mirada fulminante. Se agarró la polla, se pajeó y se corrió encima. La leche salió disparada hacia su pecho, resbalando por sus costillas.

Al soltarla de su mano, Jens se encargó de agarrársela y exprimirla, sacándole otro buen chorrazo. Ahora le tocaba a él. Aguardó follando hasta que no pudo más, entonces sacó la polla y se la peló deslechándose sobre el agujero y soltando su descarga bajo los cojones del chaval. Con el cipote recogió el esperma que le había dejado alrededor y se la insertó de nuevo. Sin dejar de mirarse con deseo, salieron juntitos de la habitación palmeándose los culetes, con las pijas todavía tiesas, en dirección a las duchas.

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