Gustavo Cruz degusta el redondito culazo de Delan Benobe empotrándolo sin condón con su enorme rabo | Tim Tales
Apenas un tanto por ciento de dolor por el tremendo gusto que sentía con Gustavo Cruz atravesándole el ano con sus veintitrés centímetros de verga, Delan Benobe miró la cara de ese macho, luego su torso fornido y espectacular y para finalizar se detuvo en el movimiento de sus caderas, en su ancha polla entrando y saliendo del interior de su culo, ahora totalmente dominado. No pudo contener unos gemidos que le nacían de bien adentro y echó la cabeza hacia atrás, deseando que aquella follada no acabara nunca.
Un rubito guapo como él, con el ardiente calor que tan solo un venezolano podía ofrecer en la cama, bien cachas, era capaz de mantener las pollas firmes como las de Gustavo con tan solo una mirada. Se coló entre sus piernas y, con la mirada perdida, completamente entregado y cachondo mamando esa pirula, se dedicó a amasarla entre sus labios como si fuera un algodón de azúcar recién comprado en la feria.
Después le entregó su culo para que se lo follara a cuatro patas, un culo precioso, grande y redondito, cuya raja era toda una atracción para los tios pollones, pues se le juntaban tanto las cachas que ya no era sólo la presión que ese ojete ejercía al meterla, sino la pedazo paja que le hacía aprisionándole el rabo entre las nalgas.
Los gemiditos que soltaba Delan, esos soniquetes que emitía por la boca cada vez que le metía toda la barra de ebergía, volvían loco a Gustavo, que incapaz de controlar su vena de follador nato, terminó por empotrarlo a toda hostia por detrás y más tarde taladrándolo desde arriba, poniendo ese culo en pompa y abriendo al chavalín de piernas para abrirle el ojete como ningún otro hombre se lo había abierto hasta entonces, antes de pajearse apuntando hacia su culete y dejárselo regadito de auténtica leche.
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