Caio Veyron jode a pelo el culazo tragón de Jordan Neo con sus 28 cm de pollón brasileño | Tim Tales
El sol en la azotea impedía que Jordan Neo pudiera ver lo que sucedía dentro del piso. A partir de la puerta de crital de salida al patio, todo lo que había dentro estaba completamente a oscuras. De esa oscuridad salió Caio Veyron completamente desnudo y Jordan se quedó con la boca abierta. Supo apreciar cada palmo de ese chulazo. Atractivo, pelo corto, morenito, alto y cachas, la cadenita fina de plata colgando sobre su cuello, deslizándose por sus pectorales atléticos.
Mientras se fijaba en todo eso, no quitó ojo a la pirula que le colgaba entre las piernas, un cilindro larguísimo, enorme, perfecto, bien grueso y totalmente descapullado, algo más moreno que el resto de su cuerpo, venoso y dispuesto a eliminar la paz del planeta. A Jordan ya le habían dado un consejo, que supiera en qué guerras meterse y esa era una en la que le apetecía mucho inmiscuirse.
Sólo tuvo que darle la vuelta. Caio se acercó a él por detrás. Lo que sucedió a continuación, hizo que Jordan le abriera todas las puertas de par en par. Sintió la mano grande y fuerte de Caio posándose en el interior de su muslo derecho, impulsándole la pierna hacia arriba para dejar la raja del culo abierta. Luego notó algo duro y caliente rozándole la parte baja de los cojones. Indudablemente, Caio estaba buscando el agujero por donde meterla. Jordan le ayudó, se pasó una manita por la entrepierna, acarició esa polla gigantesca y la condujo hacia la entrada.
Se lo folló de pie, dejando que se desfogara, antes de arrodillarse y comerle una polla que apenas le cabía en la boca. Se dejó dar por culo sin condón, sorprendido por la capacidad que tenía de tragarse la impresionante cifra de veintiocho centímetros por el ojete. Era enorme y el tio estaba tremendo. Una y otra vez, cuando no lo tenía frente a frente, giraba la cabeza sólo por ver esos abdominales en tensión, sudaditos, brillantes bajo el sol, dándolo todo.
Por una barra muy grande que tuviera dentro del culo, a Jordan se le puso durísima y se cascó una paja que salió volando casi sin manos, porque el pollón le estaba arreando donde tenía que darle para proporcionarle ese gustito que le llevó a correrse. Luego puso la cara para que Caio se le corriera encima. Le encantó ver sus chorros espesos y calientes saltando sobre su jeta, sobre todo ese que dibujó una parábola lefándole desde la oreja hasta los morros, pasando por la nariz y el lateral del pelo.