Los tres demostraron que, a pesar de haber tenido entre ellos un tormentoso año de relaciones, eran capaces de superar los baches y seguir adelante, retomando la vieja amistad que les unía y celebrando la nochevieja como era tradición. Mientras Diego Reyes ayudaba a Dani Robles a enfundarse la chaqueta de traje y anudarse la corbata, Manuel Skye estaba en el baño disfrutando de un relajante baño y haciendo lo que mejor se le daba, cascársela.
Lo hacía a todas horas. No dejaba de mirarse la pija, de apretarse el frenillo para sacarse el precum, de pegar un dedo a la raja del cipote, levantarlo para admirar con cara de vicio cómo una telaraña pegajosa se elevaba en el aire y se chupaba el dedo cerrando los ojos y degustándolo. Sus amigos suponían que lo hacía porque la tenía enorme. Si ellos la hubieran tenido así de larga, gorda y gigantona, desde luego no la soltarían de la mano, le comprendían bien.
Cuando ya estaban arreglados y listos, Diego fue al baño. Se lo encontró con el rabo por fuera del agua y los cojones enormes sacudiendo la superficie espumosa, masturbándose. Dio un toquecito en el cristal de la puerta, apremiándole a terminar pronto y salir fuera, pero se quedó mirando su pedazo tronco, ese con el que solía darle tantísimo gustazo en la cama cuando eran más que amigos. Y de Dani también lo fue.
El cabrón se presentó en la habitación desnudo, andando con el badajo colgando entre las piernas, largo y pesado rebotando sobre sus pelotas, se colocó entre los dos y les propuso cambiar la tradicional celebración en el restaurante por otra mucho más guarra y cerda en la cama. Al fin y al cabo ellos ya conocían su enorme rabo y él ya se sabía cómo penetrar sus precioso culazos, pero nunca se habían propuesto hacer un trío.
Casi cayeron en la tentación, pero vieron que estaba demasiado mamado como para conservar algo de cordura. Le ayudaron a vestirse. Dani le agarró la verga para metérsela dentro de la bragueta, pero con ese pedazo enorme de cigala le fue imposible. Hasta que no se le rebajara un poquito ni rabo ni huevos entraban dentro del pantalón, así de grande la tenía.
Al agacharse para colocarle el cinturón, Diego tuvo frente a su cara ese pollón contoneándose y no lo pudo resistir, sacó la lengua, le agarró el cipote y se la empezó a chupar. Al verlo Dani, se desataron las pasiones. Después de haber estado con Manuel, ninguno de los dos podía olvidar lo que habían disfrutado con ese rabo. Dani se agachó y entre los dos le trabajaron la polla a dos bocas.
Ahora ellos eran los borrachos, pero de rabo, hay que ver con qué efusividad se la comían, masturbándola entre sus labios, besándose entre ellos bien contentos por compartir cosas grandes, pasándose el testigo, succionándole cada uno un gran cojón de esos que Dani estaba realmente apasionado porque no paraba de sobárselos con la mano, intentando comprender lo grandes que los tenía y además bien colgando, juntando boquitas, lenguas y mirando hacia arriba cuando Manuel les azotó con toda la polla en la jeta.
Diego se tuvo que levantar porque se le estaba inflando por debajo de los pantalones, al liberarla de la bragueta, Dani no se controló y le comió el nabo a los dos a la vez. Después les dio la espalda, se bajó los pantalones, se puso a cuatro patas dejando su culazo al borde de la cama y les dejó claro que quería que lo trataran como su putita.
Diego se plantó de rodillas delante de su cara, gapándole la boca y dándole de comer rabo, cediendo el testigo a Manuel para ejercer de maestro de ceremonias y hacer lo que tanto tiempo llevaba esperando otra vez, hundir su enorme rabo dentro de ese culo tan jodidamente follable. No cabía esperar otra cosa. En cuanto Manuel se la endiñó sin condón, Dani empezó a gemir y la mamada que le metió a Diego fue más intensa.
Le tumbaron bocarriba, algo que dio la oportunidad a Diego se sentarse encima de su cara y plantar sus dos cojones en la boca de ese perraco. Le gustaba que le chuparan la pija, pero el gustillo que le daba una lengua lamiendo su escroto, acicalando sus pelotillas, era una satisfación todavía mayor. Los tres eran amantes de buenos cojones, grandes y colgando.
Diego se tumbó al otro lado de la cama y pidió a Manuel su turno. La idea de que los dos ex novios de Manuel lo hicieran juntos era toda una fantasía. Dani estaba tan borracho de placer que en cuanto vio a Diego preparado con la polla en vertical, se sentó encima de ella y se la clavó a pelo. Para Manuel ver a los dos unidos y disfrutando fue una puta pasada. Dio de comer polla a Dani y se pajeó mientras les miraba y les tocaba.
Cuando Dani retiró el culo de la polla, Manuel bajó a mamar los bajos de Diego y Dani se unió a él. Volvieron a hacerlo, dos cabezas, dos bocas hambrientas comiendo polla a la vez. Diego estaba al límite, mirando cómo se la metían en la boca, cómo se la empapaban de saliva, cómo se la pasaban de uno a otro, Dani comiéndole los huevos, estirándoselos y soltándolos, dejando que recuperaran su posición original.
Fue Dani el que se encargó de desvestir a Diego, bajándole los pantalones. Manuel le agarró por los muslos, le atrajo hacia el borde de la cama y le metió la tranca a pelo, volviendo a disfrutar de nuevo de ese culazo, sin poder creerse aún lo que estaba pasando, follándose a sus dos ex de nuevo y a la vez en una sola noche.
Para Diego las vistas que tenía desde abajo fueron demasiado. Dani dándole de comer pija, Manuel de nuevo penetrando su culo a fondo, ese cuerpazo que tenía zubándoselo y que volvió a recordar como si fuera la primera vez. Se cogió la polla, se la pajeó y soltó todo el amor que llevaba dentro en forma de chorrazos largos, escupiendo lefa a presión, ensuciándose la cara, la camisa blanca, la chaqueta y todo lo que llevaba puesto.
Manuel y Dani que estaban mirando se quedaron alucinados con esa lluvia imparable de leche, lo que provocó que inmediatamente Dani soltara la suya, otra de igual calibre. Empezó a disparar tan largo que hasta él mismo se asustó, intentando dar un pasito hacia atrás para hacer que pareciera menos. Pero eso ya no había quien lo parara. Manuel se inclinó, hizo un hueco en su boca como el que se dispone a beber de un botijo y acercó la cara a ese pollón escupe leches llevándose una buena ración de semen dentro de la boquita, lefazos limpios y directos dentro de ella que Dani seguía sin poder controlar. Seguía saliéndole lefa por la polla y no podía pararla. Era una auténtica máquina de calcio.
Sus dos colegas se quedaron callados, pero porque no les quedaba otro remedio. Manuel estaba tragando leche y Diego que estaba debajo estaba completamente pringado de lefa de arriba a abajo, de la suya y de la del otro. Manuel acercó su boquita mojada de leche a la de Diego y se morrearon. Dani, ya bien descargado y recuperando el control de su cuerpo, también se agachó para probar su propio semen de sus dos bocas.
Manuel la sacó del culo de Diego y se la empezó a pajear duro, agarrándose al cuello de Dani que estaba a su lado para mantenerse firme. Miró a uno y a otro, recordando esa noche y otros momentos, se le nubló la vista y empoderando su polla hacia adelante, con un firme movimiento de cadera hacia adelante como un torero llamando al toro, soltó unos buenos lechazos igual de largos que ellos y mucho más espesitos, ensuciando del todo el traje de Diego, que estaba debajo de él abriendo la boca, llevándose otra buena ración de leche.
Recién corridos se quedaron los tres en la cama, sonriendo, intentando comprender cómo había pasado. Tocaba arreglarse de nuevo, aunque esta vez los tres pasarían por la bañera. El año que estaba a punto de terminar había hecho fracasar sus relaciones amorosas, pero el que estaba por llegar tenía pinta de que volvería a unirlos, si bien lo haría de una forma que jamás hubieran imaginado.