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Tom Storm viaja al futuro e intercambia folladas a pelo y lefa con Ruslan Angelo | MEN

Time Warp Fuckers Part 4

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Salió en dirección al salón con la camiseta blanca de tirantes marcando toda su musculatura, destacando sobre su cuerpo bronceado y tatuado y en calzoncillos con un buen paquete. Un riodo lo había despertado de un sueño que empezaba a tornarse húmedo y así estaba, con la polla casi durita. Antes de salir de la habitación, Tom Storm se la acomodó en la huevera dejándola hacia abajo.

Extrañado, observó el casco que había encima de la mesa, preguntándose quién lo habría dejado allí y cómo había entrado. Tenía pinta de ser uno de estos cascos de realidad virtual de los que sus amigos siempre hablaban maravillas pero que él nunca había probado. Ya iba siendo hora, a lo mejor habían sido ellos los que le habían gastado esa pequeña broma.

Al ponérselo desapareció desapareció de su realidad y reapareció en un pasillo iluminado, lleno de grandes espejos. Andó unos pasos contrariado, mirando hacia todas partes, hasta llegar al fondo, donde unos tios guapos, repeinados y que vestían unos trajes ceñidos al cuerpo que se transparentaban y mostraban toda su anatomía, mantenían una acalorada conversación y se les veía preocupados.

Uno de ellos, que se presentaría más tarde como Ruslan Angelo, se acercó a Tommy. A juzgar por las ropas que llevaba el chaval, Ruslan tuvo cero dudas y toda la certeza, ese tio venía del siglo XXI. Confesó a Tom que había viajado miles de años en el futuro, donde la sociedad había evolucionado en todos los sentidos. En todos. Tommy todavía no sabía lo que significarían esas palabras. De momento y para evitar enfermedades, tendría que pasar a la sala de descontaminación siguiendo el protocolo.

Ese lugar al que le llevaron fue más familiar para Tommy. Una nave grande, sucia y vacía. Si la sociedad había evolucionado, ¿por qué seguía habiendo lugares así abandonados? Quizá para cosas como esa. Le obligaron a quitarse la camiseta de tirantes. Acostumbrados a hacerlo con trajes, los hombres del futuro habían olvidado ya lo delicioso que podía ser para la vista mirar un cuerpo masculino al desnudo. Hacerlo no era un castigo, pero podía ser la perdición.

La perdición de Ruslan, que comenzó a frotar el cuerpo de Tommy con jabón y esponja, el chaval se puso cachondo y, sin poder retener más la erección en los calzones, sintiendo que estaban entre hombres, se sacó la polla, que salió disparada toda dura hacia arriba, con los huevazos sostenidos sobre la goma de los gayumbos. Ruslan se inclinó y se la llevó a la boca.

Larga y gordita, como a él le gustaban, se saltó todos los protocolos. Ese tio todavía no estaba descontaminado, pero estaba tan buenorro que no se pudo aguantar las ganas. Su boca se convirtió en una succionadora, chupa que te chupa, una y otra vez repasándola desde el cipote hasta los huevos, toda entera, regalándole saliva, consiguiendo que Tommy gimiera en alto y tuviera que apoyar sus manos en la cabeza del hombre del futuro.

La mamada fue a más. Ruslan estaba completamente entregado, jalando esa verga sin parar, escupiéndola, dejándose palmear los morros y la lengua. Al ver aquello, su compañero pulsó el botón de la alarma. Con gusto se hubiera quedando mirando la escena, pero su conciencia no se lo permitió. Ruslan miró a Tommy. Desde ese momento disponían de diez minutos o menos hasta que se presentaran allí para llevárselo.

Suficiente para satisfacer una follada completa. Un minutito más, sólo un minutito más, se dijo Ruslan succionando esa deliciosa polla que ya estaba hecha a su mano, bien lubricada. Acto seguido, se puso a cuatro patas y dejó que Tommy descubriera la forma de entrar dentro de él. Al principio Tommy lo miró intentando indagar cómo quitarle el traje, lo poco que pudo pensar por la situación en la que estaba, con ganas de meterla, así que terminó tirando por la vía rápida, rasgando el traje con sus manos por la parte de atrás y descubriendo un pedazo de culo que se la puso más tiesa todavía.

Puro amor. Plantó las manazas en sus nalgas palmeándoselas, acariciándolas con ganas. Un escupitajo fue directo a la raja. Se lo expandió por la abertura del ojete con el pulgar y, sin perder tiempo, se la metió por el agujero del culo sin condón. Menudo culazo tragón. A pesar de tenerla grande, era pura magia la forma en la que desaparecía ahí dentro. Eso le permitió cascarle la entrepierna con los huevos.

Para estar miles de años en el futuro, Tommy pensó que las cosas no habían cambiado tanto. Vale, sí en apariencia, pero no en el fondo. Al final a los tios les gustaba pasarlo bien de la misma manera. Le dio por detrás, luego Ruslan se le abrió de piernas y siguió metiéndosela a pelo. Ruslan se entregaba encantado. En qué momento habían dejado la satisfacción de lado y lo habían cambiado por el acto sexual encaminado simplemente a procrear, sin posibilidad de recrearse en la anatomía del compañero.

Con lo satisfactorio que era mirar le cuerpazo musculado de un tio mientras te folla. se fijó en cada detalle dle cuerpo de Tommy. En su guapa y atractiva cara, en sus ojazos, en sus tatus, en sus pectorales y abdominales marcados, en su pelito corto rapado. Todo sumaba y le abría el ojete de par en par para dejarlo entrar. Le encantó el detalle de que no se hubiera quitado los calzones. Era puro morbo verle follar con los gayumbos bajados por los muslos.

Tommy se subió al puff, elevó el culete de Ruslan y se lo taladró desde arriba metiéndole un buen meneo. Ruslan deseó que eso durara para siempre. Esa bestia rugiendo en su interior. Se fijó en las manos de Tommy, grandes, fuertes, varoniles. La pulserita de colores realzaba su encanto. La otra mano de Tom cerdeaba en la cara de Ruslan, metiéndole los dedos por la boca. Ruslan se los chupaba, los olisqueaba. Olían a rabo, a sexo, a macho, olores que por mucho que la sociedad se hubiera encargado de menospreciar, le eran familiares a cualquier ser humano.

Al final no podían ocultar de dónde venían. Eran hombres y como tal estaban destinados a obtener placer del acto sexual. Dejó que Tommy le diera otra vez por detrás, bien duro, esta vez los dos de pie y completamente desnudos. Cómo le machacaba el cabrón, qué fuerza tenía. Miró hacia atrás. Ver los pelitos alrededor de su ombligo, sudados, le puso cachondo.

Sentado en el puff, Tommy esperó el siguiente movimiento de Ruslan, que decidió darle culo. Una de las posturas preferidas de Tom, tener el culazo de un tio frente a la cara, con sus pelotas y su minga calentita entre los pectorales. Su debilidad. Ese pedazo de culo le hacía sentir poderoso, feliz, asombrado, todo a la vez. Metió los morros en la raja y relamió el ojete a su antojo.

Ruslan se puso de pie, hizo una sentadilla, agarró la polla y se la ensartó por el culo. Por el camino, Tommy se alegró de ver entre las piernas de ese tio sus enormes huevazos colgando y su pija tiesa meciéndose de lado a lado, más grande incluso que la suya. Se metió la estaca de espaldas a Tommy, lo que hizo que cada vez que saltaba o que Tom empujara hacia arriba para penetrarlo, el pollón de Ruslan acariciara el entre muslo de Tom y le fostiara las pelotas.

Hicieron lo mismo pero frente a frente. Tener la pollaza de Ruslan rebotando sobre sus abdominales le volvía loquísimo. Por cosas como esa y a pesar de ser el más popular entre las chicas, Tommy había preferido decantarse por los tios. No podía negar que tener un par de tetas en la cara le ponía fino, pero ver un buen rabo colgando no se le podía comparar ni de lejos.

Joder cómo le molaban los rabos. Ruslan se fijó en que se lo miraba mucho, así que le cogió por los muslos y se puso de rodillas delante de él dispuesto a metérsela. Ruslan lo hizo con total naturalidad, sin darse cuenta de que en el pasado los tios decidían entre pasividad, actividad o versatilidad, puesto que en el futuro todos eran versátiles.

Sorprendido por ese giro en los acontecimientos, Tommy no puso resistencia y se abrió de piernas. No me jodas, la primera vez que le desvirgaban el ano y tenía que ser un tio del futuro. Al sentir la polla enorme invadiendo su espacio vital, echó la cabeza hacia atrás y se mordió el puño. Dolía, vaya que si dolía, pero a la vez daba un gustito extraño y delicioso que invitaba a pedir más.

No paraba de gemir. Ese dolor y ese gusto se intensificaban cada vez más y se difuminaban en su mente. Ya no sabía apreciar entre uno y otro. A pesar de haber pulsado la alarma, el compañero de Ruslan le ayudó para que acabaran, avisándole de si venían las fuerzas de seguridad. Cada vez les quedaba menos tiempo.

El semen. El uso de ese líquido viscoso y pegajoso en el futuro había quedado reservado para la fertilidad. Pero Ruslan había leído libros, había visto imágenes y vídeos del pasado, sabía que lo llamaban lefa, lluvia blanca, leche. Había visto cómo los tios se ponían de rodillas, abrían la boca y se la dejaban inseminar. Se preguntó a qué sabría el esperma de ese tio buenorro. Le apetecía probarlo.

Hizo lo que había visto en aquellos vídeos. Se sentó sobre los talones de sus pies y miró hacia arriba abriendo la boca y sacando la lengua, mientras Tommy se la pelaba encima de su cara. Varios gemidos y los gestos de Tom dieron la señal. El tio se deshizo de placer y soltó lefa, regándole con ella la superficie de la lengua. Sabía amarga, pero estaba rica, lo que se sumaba al gusto de regalar al chaval ese momento tan íntimo de ver cómo su semen no caía en saco roto y era aprovechado por otro para su propio placer.

Cuando creía que Tom ya lo había soltado todo, le regaló otro chorrazo dentro de la boca, llenándosela de semen, obligándole a escupir. Lo que empezó como simple curiosidad se convirtió en puro libertinaje, en cerdeo. Las babas de semen colgando por su barbilla. Tommy se inclinó y le dio un beso en la boca, probando de su propia medicina.

Se arrodilló frente a Ruslan y le puso la carita. Ruslan se pajeó la polla y descargó bien a gusto al ver esa carita tan guapa y masculina, rociándole los morros con todo su semen. Para Tommy esa también había sido una nueva experiencia. La primera vez que se la metían, la primera vez que se corrían en su cara. Estar en otro lugar, en otro tiempo, sin la posibilidad de ser juzgado por sus actos, le hizo deshacerse de los prejuicios y dejarse llevar por lo que sentía.

Se metió en la boca ese pollón largo, gordo y duro recién corrido degustando toda la lefa. Se morrearon mientras hubo tiempo todavía, deslizando la suavidad de sus labios y sus lenguas lechosas, compartiendo lefa, pasándosela de boca en boca, cerdeando con la leche de sus pelotas.

Ahora que Tommy había descubierto las posibilidades del futuro y el éxito que tendría allí entre los tios, decidió quedarse en esa línea espacio temporal para siempre, o al menos por ahora. Cogió uno de esos trajes transparentes y se dispuso a descubrir el emocionante mundo exterior, la humanidad del futuro pero también a esos hombres que le estaban esperando y a los que podría entregar lo de siempre, lo que en el fondo querían.

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