Gustavo Cruz empotra a Allen King a pelo junto a la piscina y se lo goza en la cama | Men At Play
Diary of a Gigolo: No Regrets
Va a echar mucho de menos follarse a chavalitos después de cada espectáculo sobre el escenario, después de haberles abierto los culitos dando todo un espectáculo en la barra, pero para Gustavo Cruz ha llegado el momento de retirarse y dar paso a una nueva hornada que sin duda lo hará como él e incluso lo superarán. Para ello Gus ha confiado su legado a Allen King, un chaval en el que ha visto potencial, ganas y una mirada tan viciosa que nadie podrá resistirse a sus encantos.
Peor antes de retirarse y dejarlo en sus manos, necesita comprobar de qué está hecho. Le ha citado para una entrevista en su chalecito y ha salido a recibirlo con la bata blanca puesta. Debajo, por supuesto, no lleva nada. No entiende dónde se pensaba Allen que iba, porque va todo trajeado y de corbata. Lo que a priori le sorprende, luego le encanta, pues no encuentra nada más morboso que desnudar poco a poco a un chaval así, como si fuera un caramelito.
Se lo lleva a la terracita con piscina y allí lo pone a prueba. Lo coge desprevenido empujándolo contra la pared, invade su espacio personal, le mete dos dedos por la boca a ver cuánto es capaz de tragar. «En este curro te van a dar unos buenos rabacos«, le susurra medio enviciado. Acto seguido se quita el nudo de la bata, la abre y muestra un cuerpazo musculado, irresistible para Allen que se queda con los ojos abiertos como platos, emocionado cuando salta a la vista el pedazo de pollón que se gasta ese cabronazo, largo como él solo y tremendamente grueso, colgando entre sus piernas, morcillón, casi completamente duro, algo irregular, apetitoso.
En un acto de fe, creyendo que puede tragar más de lo que puede, Allen se arrodilla y le come toda la polla atragantándose por el camino. Gus no quiere asustarlo, pero necesita enseñarle qué tipo de hombres van a pretenderlo en el camerino. Se lo lleva a la habitación, lo lanza contra la cama, le abre de piernas y se lo folla sin condón. Descubre su culo apretadito pero la mar de flexible. Le encanta que gima de dolor y gusto, que se retuerza en la cama.
Al verlo ahí tirado, con la camisa blanca abierta, enseñando su torso definido y potencial, le apatece todavía más. Echa la vista abajo, al punto donde su gigantesca polla de macho se mete por un agujero que parece imposible. Se excita y le mete caña. Joder, cómo va a adorar su clientela habitual las bondades de ese culito. Y cuando vean la pija que se gasta Allen, preciosa y larga, puede que decidan darle la vuelta al asunto y ponerle el trasero para que sea él quien tome las riendas en la cama. Gus saca el rabo y se corre sobre su nalga, sobre su muslo, complacido, tranquilo por saber que deja el negocio en buenas manos.
VER DIARY OF A GIGOLO: NO REGRETS EN MENATPLAY.COM
