Cesar se casca un pajote y juega con el agujero de su precioso culazo | The Male Muse
Me tenía hipnotizado completamente, observando cómo sus pelotas subían y bajaban entre sus muslos al ritmo que marcaba la mano con la que se las estaba pelando. Cesar levantó la mirada para buscarme, le miré a los ojos y con un leve gesto de asentimiento le dije que continuara. Me gustaba tanto lo que estaba viendo que no quería interrumpir esa partida que estaba jugando a solas.
Sin embargo me acerqué demasiado y me enamoré más de lo que debía. Porque no debía haber sentido tanto placer mirándole de cerca, mientras él se la seguía machacando y yo me apasionaba con el aliento que salía por su boca, con los pelitos de su bigote y su barba de tres días dibujando el contorno de sus labios, unos labios que me apetecía besar de forma urgente.
Sacó la lengua, se los relamió y los dejó húmedos y suaves. Cada vez más cómodo, dobló el codo para alcanzar el pezón de su tetilla derecha con las yemas de los dedos, se dio gustillo y luego retiró la mano, estirando el brazo tatuado en el suelo, con la otra mano todavía aventando su polla. Su respiración cada vez más agitada, lanzando algún que otro gemido involuntario.
Me sorprendió dándose la vuelta y entregando su culazo voluntariamente. Se quedó de rodillas en el suelo, con el pecho apoyado en el sofá que tenía enfrente y todo ese pandero mirando hacia mí, las piernas ligeramente separadas, con los huevazos ahí colgando entre ellas. Lo tenía redondito, grande, perfecto. No hizo falta que posara mis manos encima y estirara hacia afuera sus nalgas para ver el precioso agujerito que me estaba esperando.
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fotografías por @The_Male_Muse