Trevor Brooks entrega su culo al guapísimo semental italiano Vito Vitali para que se lo folle a pelo | Cocky Boys
A qué tipo de semental se había llevado a casa, se preguntó Trevor Brooks posando su mano derecha sobre la parte de atrás de la cabeza de Vito Vitali, que en ese justo momento se estaba tragando su polla, tragando literal, con los pelitos de la barbilla rozando sus pelotas y el labio superior casi pegado a la base del rabo, mientras ese guaperas le miraba con esos ojazos oscuros desde abajo, conteniendo la respiración, jalándose la verga.
A Trevor ya le habían adevertido acerca de los italianos, pero hasta que no tuvo a uno cerca no fue capaz de imaginar las consecuencias de llevarse a uno a la cama. Jodidamente atractivos, guapos a rabiar, seductores, masculinos. Cuando Vito abandonó los bajos fondos para salir a la superficie y se quedó un rato saboreando uno de sus pezones, Trevor creyó que se volvía loco de remate. ¿Cómo era posible, después de hacérselo con tantos tios, que ese le despertara los instintos más básicos y primitivos de una forma tan brutal?
Era todo el conjunto. Su tez morena, su carita guapa, su pelazo corto, su barba, lo cachas que estaba con esos hombros fuertes, unos buenos brazos, tatuadito, un torso de escándalo, musculado, algo peludete, con dos buenos pezones decorando sus pectorales, esa cadenita de plata al cuello, la cara de auténtico placer que puso cuando se metió entre sus piernas, le cogió su polla de semental italiano, que nacía de una buena mata de pelos que daba gusto y se la empezó a chupar.
La polla sabía de lujo. Trevor se deleitó en cada pasada, rozando con sus labios esos tropezones de unas buenas venas. El italiano la tenía bien larga y gruesa, un pedazo pollón que estaba deseando tener dentro de su culo completamente a pelo. Trevor se puso a cuatro patas y se dispuso a ver qué tal se las apañaba Vito con un culazo blanquito y redondo como el suyo, tan suave.
No le sorprendió la cara que puso de sorpresa y pasión al ver ese pandero pomposo, de apariencia casi virginal, ese resoplido de gozo que pegó al abrirle la raja con las manos. Una sonrisa de satisfacción acudió al rostro de Trevor al sentir el roce de la lengua y la barba de ese macho hurgando en su interior. Otra al notar su larga y dura polla enfundando su ano.
En cuanto pudo se dio la vuelta para gozar de ese tiarrón en todo su esplendor. Sus músculos, ahora bañados en sudor y más fuertes, lo hacían todavía más atractivo. se le daba bien follar a pelo, sacando y metiendo su pija casi por completo en cada pollada. Cada vez más perverso, más canalla, dando más duro y el cabrón no paraba. Trevor le animó a seguir así, le miró de arriba a abajo y la leche salió sola.
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