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Dom King y Big Dick Fig meten doble polla sin condón a Joey Mills en la sala de masajes a cuatro manos | MEN

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Ojos que no ven, corazón que no siente. Mientras Dom King descansaba bocabajo en la camilla de la sala de masajes a cuatro manos, Joey Mills y Big Dick Fig estaban flipando con la silueta de ese cuerpazo de macho, sobre todo con su potente culo, prodigioso. Joey le hizo gestos a Big dejando patente lo mucho que le encantaría arrearle un buen cachetazo en esas nalgas y Big le contestó simulando una follada, lo que le encantaría hacer con ese culazo.

El cuerpo de Dom estaba separado en dos por una cortina blanca encima de la camilla. Por una parte el torso y por otro el resto. Joey retiró la cortina para mirar las manos de Big posándose en las nalgas, masajeándolas y no le quedó otra que echarse mano al paquete, porquer se le estaba poniendo tocho.

Pensando en los clientes, habían ideado un agujero justo en la parte baja de la camilla, ya que a menudo los pacientes solían trempar al sentir tanto gustito con el masaje a cuatro manos, de esta forma nunca tenían que preocuparse por ladearse ni ajustar su posición bocabajo. Directamente sus rabos crecían sin control sin tener que preocuparse por esa incomodidad que provocaba que se les pusiera dura en un espacio apretado.

Los masajes de Big y Joey iban más allá de las manos y cuando sus clientes estaban cómodos, por muy heteros que fueran, nunca acababan resitiéndose a los placeres más básicos de un hombre. A Joey le flipaba comer rabos, así que acabó debajo de la camilla haciéndole una buena mamada, metiéndose ese pirulón largo, grande y gordo por la boca reventándolo de placer con los labios, desmenuzándolo con un beso de tornillo.

Y aún así, ellos por si acaso siempre iban un paso más allá incluso, por si colaba. Pusieron a Dom bocarriba, deleitándose con sun cuerpazo musculado y masculino. Joey se sacó el rabo y le dio de comer. El tio no se negó y, aunque no se le veía muy diestro en el tema de chupar pollas, se tragó la del jovenzuelo a boca llena. Más abajo, al otro lado de la cortina, Big cogió sus pies y colocó la polla entre en empeine de ambos, juntándolos y haciéndose una paja con ellos.

Por la parte superior, al otro lado de la cortina, Joey ya se había quitado la bata azul de trabajo y estaba sentado con el culo en la cara de Dom, gimiendo de gusto cada vez que sentía la lengua de ese tio rozando su ojete. Se inclinó para comerle el rabo e hicieron un sesenta y nueve. Joey retiró la cortina, no sólo para ver qué clase de guarrería estaría haciendo su coleguita de curro, sino también para que viera lo bien que se lo estaba pasando él.

Chocaron esos cinco y sonrieron. Otro tio en el bote y este era de los potentes. Se veía que tenía madera y que estaba dispuesto a todo. Joey se levantó, dio un pasito hacia adelante todavía sobre la camilla y se sentó de nuevo, esta vez empalándose sin condón en la verga de Dom. Se inclinó hacia adelanta para chuparle el pollón a su colega y para que Dom viera lo ajustadita que entraba en su delgadito pero tragoncete culito.

Nada le chiflaba más que seducir y poner contra las cuerdas a tios pollones, que se sintieran más grandes y potentes al ver cómo calzaban sus gigantescas pollas en ese culito tan estrecho. El bombeo y mirar cómo entraba, les producía una buena cantidad de leche en los cojones. Joey entró en modo cariñoso, se giró y miró cara a cara a Dom, se inclinó sobre su cuerpo y le besó, implorándole que le hiciera el amor allí mismo.

Sus bocas no estuvieron solas mucho tiempo. Big se acercó a ellos, puso el pollote grande y gordo en los labios de Dom y entre este y Joey lo hicieron resbalar entre sus labios haciéndole una doble mamada a dos bocas. Cuando Big veía a su compi tan cachondo, le entraban ganas de follárselo y esta vez lo hizo, pero sin que Dom sacara su verga de ese culito tan rico, sino que los dos entraron a fondo dentro de él.

Sentirse tan querido por dos hombres hizo gemir a Joey de auténtica satisfacción. Los dos metiéndose dentro de él, explorando y ampliando los horizontes de su ojete, dilatándolo hasta límites insospechados. Apenas tenía margen de maniobra. Sus muslos apretados contra las caderas de Dom, sus nalgas contra el torso de Big. Le tenían poseído por completo, disfrutando de su cuerpo como dos animales, restregando sus pollas una encima de la otra para colarse por su estrecho agujero, palmeando sus pelotas haciéndolas resbalar unas encima de otras.

Le hicieron un ovillo sobre la camilla, con las piernas bien abiertas y se follaron sus agujeros. Uno le daba rabo por el culete y otro le rellenaba la boca de caramelo. Se arrodilló en la camilla y dejó que le dieran por culo mientras él se fabricaba y saboreaba una dulce pajilla, dejándose la leche encima de las sábanas.

Fue iniciativa del propio cliente pedir correrse en la cara de ese zagal. Se lo había ganado y al fin y al cabo el cliente siempre llevaba la razón y si estaba pagando era para obtener lo que quería. Joey se tumbó en la camilla bocarriba, abrió la boca y esperó su regalo. Dom se la peló encima y tras jurar dos veces que se corría, gemir como un bruto, dejar los ojos en blanco y demudar su rostro en una algarabía de circunstancias, soltó la vitamina dentro sobre la boca del chaval, que se relamió y se lo comió todo.

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