Su idea era comérselo enterito de arriba a abajo. Tommy Dreams llegó a magrearle el paquete, todavía besando la zona de su ombligo, pero Jackson Radiz fue más rápido. Se incorporó en la cama apoyado sobre los codos, alargó una mano bajando la goma de los calzones de su colega y le sacó el pirulón que estaba amorcillado hacia su cadera, a punto de salírsele por el lateral de lo largo que era.
A Jackson se le abrió el apetito de inmediato y lo primero que hizo fue amar con la lengua ese cipote tan bonito y deslumbrante que brillaba ante sus ojos. Le hizo unas buenas virguerías en la raja del capullo, algo que a su vez consiguió que a Tommy se le pusiera más dura y grande todavía. Dos por uno. Tommy se agarró la pija y le dio una de hostiazos en la cara con ella, dictando sentencia. Luego le repasó la verga por los labios, por encima del hueco que formaba su boca semiabierta, se sintuó frente a él y le empotró la cara con su gigantesco pollón.
Un rabo así se merecía soltar unas buenas arcadas si hacía falta, hasta lágrimas. Se dio cuenta de las dimensiones de ese descomunal rabo cuando el cipote atragantó su garganta y ya no podía pasar más allá. La boca repleta de pene, el miembro viril de ese tio dándole de comer y todavía quedaba media polla fuera que tuvo que pajear con la mano y que incluso atrajo hacia él para ver si era capaz de tragar un poquito más.
Como resultado, las lágrimas comenzaron a aflorar en sus ojos y esa ansiada arcada se dejó notar. Tommy también se dio cuenta de las ganas que tenía de rabo y se lo dio a placer, tumbándole encima de la cama, subiéndose encima, con el culete a la altura de sus pectorales, inclinándose y fostiándole la carita a pollazos, metiéndole toda la barra por la boca, follándosela de lo lindo con su pedazo trabucón.
Más saliva para preparar el pollón y otra folladita de boca, esta vez agarrándole la cabeza y el cuello para que no se escapara. A pesar de las arcadas y los lloros, el tio no dejaba de comer. Que le encantaba comer pollas era un hecho. Era un come pollas y además de los buenos, de los que sabían sacar lustre a una verga enorme como esa. La forma en la que la miraba deseando desvirgarla entre sus labios y azuzarla con la mano bien duro, era casi demencial.
La pajeó con la mano, cerca de su cara, y se quedó observando cómo el pellejo subía y bajaba, cómo un trocito de piel sepultaba su cipote y al momento revivía ante sus ojos. Larguísima, enorme, preciosa. Se limpió los morros y se puso a cuatro sobre la cama, pegando la cabeza y el pecho contra las sábanas y dejando el culazo en pompa, un culazo redondito, suave y blanco como la nieve, pero con un ojete rosáceo en mitad de la raja que hacía las delicias de cualquier comensal.
Tommy se subió a la cama, dobló las rodillas, le restregó la figa y los cojones por encima de la rajeta, cogió su polla con una mano, apuntó hacia el agujero de entrada y se la metió por el culo sin condón bien apretadita. Lo que la boca no había podido, su ojete lo consiguió, tragarse esa pollaza enorme por completo. Al sentirla inuncando su ano, Jackson gimió de placer y se echó una mano entre las piernas palpando su hueco y la polla entrando por él para comprobar que era cierto, que ese cabrón estaba golpeando sus cachas con los huevos después de metérsela entera.
Empotrador nato. No retiró la mano, la dejó ahí un ratito para sentir el impacto de los cojones sobre sus dedos, el deslizar de esa barra caliente de carne entre ellos, veintitrés centímetros de polla dentro de su ser. Quizá era demasiado pronto para hacer aquello, pero cuanto antes mejor, para así empezar a disfrutarla como se merecía. Tommy se puso a cuerpo de rey sobre la cama, tumbado bocarriba y con los brazos detrás de la cabeza. Al verlo así, con ese cuerpo delgadito y ese excelente pollón largo, grande y durísimo descansando sobre su vientre, Jackson flipó bastante.
Hizo una sentadilla sobre él, le cogió el trabuco y lo soltó cuando lo tuvo bien agarrado con el agujero de su culazo. Se sentó y se empaló la pija hasta los huevos, colocó las rodillas al lado de sus caderas y empezó a saltar pajeando su durísima polla. Tommy también aprovechó cualquier descuido para agarrarle las nalgas y darle por culo un poquito y cuando empezó a doler, Jackson se la sacó y bajó a comerle la polla para volver a nutrírsela de suculentas babas, lubricante natural.
Primero por delante y luego dándole la espalda, no paró de saltar y beneficiarse esa polla enorme, acostumbrándose a su longitud, a su tamaño, a ese cilindro follador que Tommy tenía entre las piernas y que, aunque ya era descomunal de por sí, todavía parecía incluso más grande en un tio así de complexión delgadita. Volvió a regalarle el culo para que le diera por detrás y volvió a colocar la manita en el punto de contacto, sintiendo el calor de esa polla deslizándose entre sus dedos y esos cojones calientes como esponjas bañadas en semen golpeándole el dorso de la mano.
Jackson se dio la vuelta, se abrió de piernas y disfrutó de la follada a pleno pulmón. De la cara atractiva y bonita de ese francés completamente dedicado a penetrarle el agujero del culo, cuando se relamía los labios bajo ese bigotito tan mono, de su larga polla inundándole el ojal, de su torso marcando todos los músculos habidos y por haber porque ponía todo su empeño en follarle.
Un cerdaco como él no podía irse sin su dósis de leche recomendada por el especialista. Tommy se arrodilló apuntando con la minga hacia su cara. Jackson abrió la boca y sacó la lengua. Cerró los ojos por si acaso, pero no del todo, lo justo para poder ver cómo se corría ese pollón pero sin sufrir el percance de que le dejara ciego de un ojo. Tommy apuntó alto, le metió una dósis de lefa en el interior de toda la boca obligándole a tragar, pero el siguiente chorrazo de gusto no pudo contenerlo, salió disparado a varios metros sobre la cara de Jackson, más allá de la cama, un montón de leche desperdiciada, a bocajarro.
Con los morros bien sucios, le comió la polla una vez más y el sabor a su leche le dio el impulso que necesitaba para cascársela. Se corrió encima, sobre su cuerpazo musculadito, sobre sus abdominales, sus prominentes pectorales. Todo bañado en leche, suya y del otro. Paseó la mano por su torso, deslizándola por encima de esa doble crema de macho y se mordió el labio gozándolo mucho.
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@ fotos por Oscar Mishima