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El bombero chulazo Finn Harding se folla sin condón el virginal culito de Joey Mills y le mete un buen lefazo cargado directo a la garganta | MEN

Fire Fuckers Part 1

BEL AMI ONLINE

Estar castigado en la biblioteca haciendo deberes un viernes por la tarde era como estar arrestado. Joey Mills no dejaba de dar vueltas a su cabeza, pensando en todo lo que se estaba perdiendo, especialmente esa pajita en el baño de casa antes de salir de fiesta. Estaba tan caliente que incluso llegó a intentar meter mano a su amiga de toda la vida, que en ese momento estaba castigada junto a él.

No podían aguantar más y sólo se les ocurrió una salida: accionar el pulsador de alarma de incendio. Ahora sí, paja y fiesta. O no. Por la puerta apareció el bombero Finn Harding en cuestión de segundos. Su presencial al derribar la puerta fue como la de un ángel salvador. Pelazo, guapísimo, con una cara super atractiva, ojazos claros, unos labios seductores y por debajo de esa ropa sucia llena de ceniza, se aventuraba un cuerpazo musculoso.

El mundo se detuvo unos segundos en los que sus movimientos parecían a cámara lenta como en una película de amor. Así fue hasta que el bombero apagó la alarma y se enfrentó a Joey cuando su amiga huyó poniendo pies en polvorosa. Un poco harto de que los chavles que recibían castigo siempre tiraran de la misma estrategia para librarse, iba a demostrarle a ese canijo que las acciones tenían consecuencias.

Le tumbó bocabajo sobre sus piernas, le descubrió el culete y le dio una paliza. Sabía que se estaba propasando y que como eso llegara a la asociación del Hampa, su puesto de bombero correría grave peligro, pero si los padres y los profesores no enseñaban bien a sus alumnos, alguien tendría que hacerlo. Pensó que sería suficiente con la paliza, así que le dejó ponerse en pie y asunto terminado. Hubiera sido así de no ser porque cuando Joey se levantó, sentir las manazas grandes y calientes dle bombero se la pusieron bien tocha.

Como para no verle la empalmada. Joey tenía una alucinante pollaza entre las piernas, una que era impensable viendo su complexión bajita y delgada. Tenía un rabo larguísimo, tan gordo como su antebrazo y descomunal. Finn se sintió agradecido. Su trabajo tenía estas cosas, pero hasta ahora sólo habían sido chicas quienes habían alabado su cuerpo. Ver cómo un chaval al que sacaría más de diez años se sentía atraído por él le puso cachondo y eso de estar solos en la biblioteca le hizo pensar en la de cosas que podrían hacer allí entre hombres.

Total, ya se había propasado con él, por hacer otro tipo de guarradas, el problema no sería menos serio de lo que ya era. Finn se bajó el uniforme y le enseñó la suya. Larga, fina y apasionante, blanquita y venosa, con el capuchón recubriendo parcialmente el cipote, lubricadito de forma natural, lo que le daba un aire de pollón irresistible. Joey le echó mano al pene, se lo pajeó con dulzura y luego hincó las rodillas para chupárselo mientras los dos se quitaban toda la ropa.

Eso era mucho mejor que hacerse una paja. Se la estaba mamando a un bombero, a uno que estaba buenísimo. Cuando Finn se quitó la camiseta pudo observar todo ese torso del deseo, con los abdominales bien marcaditos. Era como estar chupándosela a uno de esos bomberos de calendario por los que suspiraba. Estaba tan rico que se la devoró hasta los huevos y se la dejó ahí un ratito varias veces, dentro de la garganta, con los pedazo huevacos colgantes en su barbilla.

Jamás pensó Joey que perdería la virginidad de esa forma. Siempre pensó que sucedería en la cama de su habitación, mientras estudiaba o jugaba a videojuegos con un colega de clase, pero no así, rodeado de libros, estampado contra una estantería de la biblioteca, recién castigado, amonestado, con un bombero guaperas y cachas que en ese momento se agachaba para abrirle el ojete a base de meterle la punta d ela lengua y rozarle el agujerito cerrado con la yema de los dedos.

Era una fantasía. Finn se levantó. Joey sintió su enorme miembro viril, mojado con su propia saliva, paseándose por la raja de su culo, todo caliente y duro, buscando un hueco donde meterlo. Entonces la sintió por primera vez toda inmensa penetrando su ano, sin retroceder, hasta tenerla toda entera dentro. No paró de gemir de gusto todo el rato. Al principio dolía, pero cuando el pene siguió adelante, le tocó ciertos puntos que le nublaron la vista y le cegaron la razón.

El bombero empezó a follárselo, a darle por culo. Al principio su orificio se resistía, pero a medida que Finn se la iba colando una y otra vez sin descanso, se acostumbró. Joey pensó si el bombero le querría solo parta eso, para desfogarse. Él necesitaba algo más. Echó la cabeza hacia atrás buscando los labios de Finn y los encontró. El beso le supo a gloria. Eso era lo que necesitaba, una chispa de romanticismo.

Podía sentir las embestidas de ese chulazo, el torso caliente rozándose contra su espalda, sus pelotas colgando bamboleándose entre sus piernas y chocando con las suyas cada vez que le empotraba duro. Finn se sentó en la silla donde hacía unos minutos Joey las pasó putas, pero ahora era distinto. Se sentó sobre sus piernas, echó mano al largo trabuco del hombre que apagaba fuegos y lo condujo hacia el interior de su agujero.

Quedaba super ajustadita y ahora que tenia a ese chulo frente a frente, se enamoró de su cara, de sus ojazos y de su porte. Finn también se sentía agraciado. Aparte de que el chavalito le hacía tilín con esa carita imberbe, esos ojazos y sus morritos hechos para chupar buenas pollas y quererlas bien, notar el roce de su enorme polla sobre su six-pack, le hacía sentir poderoso.

Que pequeño era y qué pedazo de polla tenía. Finn se encabronó, le cogió de las nalgas y le impulsó para que al caer y sentarse se tragara un buen trozo de rabo. Terminó empotrándole contra la mesa de estudio, bocabajo y bocarriba, penetrando ese tierno y virginal culito. A Joey se le volvió a cegar la razón observando ese cuerpazo en acción enfrente de él, haciéndole suyo.

Se cascó un pajote y lo soltó todo. Un buen mejunje de leche rodeando su ombligo. Finn le agarró la pedazo polla y se la estrujó sacádole hasta la última gota. Se lo siguió follando hasta notar que le venía todo el gustillo. La sacó y se la empezó a menear con rapidez. Joey se giró sobre la mesa, acercando la cara a la manguera del bombero y se llevó un buen premio, pues el primer chorrazo de saque potente y fuerte, fue a parar directo a su boca, penetrando por su garganta todo calentito.

A ese le siguieron virutas de lefa que abandonaban la polla y se que se dedicó a relamer con gusto. Luego se metió dentro de la boca esa polla dura y larga que seguía descargando y se tomó el biberón. Con los morritos llenos de semen, Joey no pudo prometerle que no volvería a hacerlo. Viendo esa carita angelical que se lo estaba diciendo, con todo su semen encima, Finn deseó que no hubiera aprendido ninguna lección, que a no mucho tardar le castigaran y volviera a pulsar la alarma, que ya estaba él allí para apagar el fuego de su culo.

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