Apolo Adrii se folla saco y sin condón el culazo de Oskar Ivan en el nidito de amor de la azotea | Tim Tales
Sabes de estas veces que hace tanta calor que de repente te compras un cucurucho de helado en una heladería italiana y se te revuelven todos los sentidos al plantar los labios encima de la bola y sentir el frescor. Pues lo mismo sintió Oskar Ivan al comerle la polla al guaperas cachas Apolo Adrii. Chupó y rechupeteó su nabo como si se lo fueran a quitar de las manos.
El solecito dándole en el cogote, el sonido de los pájaros en la azotea y la brisa, hicieron otro tanto. Estaba tan a gusto y esa polla estaba tan rica, amoldándose a su boca y llena con sus babas, que no podía despegarse de ella. No tardó en ponerse a cuatro patas para ese chulo. Había improvisado un nidito de amor en la azotea, con su sofá cama y sus cojines de colores. Fue allí mismo donde le ofreció su culo y Apolo se lo partió en dos sin condón.
Más larga que una baguette, durísima, sintió cada uno de los veinte centímetro de ese pollón. Con lo que más lo gozó fue abierto de piernas, bocarriba, con Apolo inclinado hacia su cuerpo en posición de flexiones, sintiendo su respiración agitada, frente con frente, nariz con nariz, bien pegaditos. Oskar no se pudo contener las ganas y le robó un beso, convirtiendo lo que iba a ser una follada de aquí te pillo, aquí te cepillo, en algo más íntimo y personal.
Daba gusto ver a ese tio en plena acción. Su cara de machote empotrados, sus ojazos, su cuerpo musculado, la pedazo pirula que no paraba de entrar y salir del interior de su agujero. Parecía incansable. No le dejó salir ni nun solo segundo de su interior. Juntos, Apolo cubriéndole por detrás, andaron de pie unos pasitos, como una pareja de recién enamorados paseando por el parque, hacia la barandilla de la azotea.
Allí se dejó proteger más y amar para luego regresar al nido de amor y cabalgarle la pija. Oskar se dejó la leche blanca en el muslo izquierdo y acudió raudo y veloz con su boca a esperar la paja de Apolo, que se le quedó como se queda una buena bola de helado italiano tras devorarla, dejando un poso de postre en todos los morros.