Guillaume Wayne se folla el culazo de su vecino Andy Star sin condón y le riega la boca de lefa | Fucker Mate
No podía haberle pasado nada mejor en la puta vida a Andy Star que una pareja recién casada se mudase a vivir justo al piso de al lado. El tio estaba tremendo, todo un macho francés alto y corpulento de ojos claritos. Estando pared con pared la habitación de matrimonio, menudos pajotes y deditos que se metía por el culo Andy cada vez que les escuchaba hacer el amor.
Aunque aquello más que hacer el amor, era una puta bestialidad, si se tenía que remitir a todo lo que escuchaba. La tenía que tener bien contenta a la hija puta, porque vaya gritos pegaba, superando al sonido de los muelles bajo el colchón que no se sabe cómo leches se mantenía en pie la cama, eso sin contar los gritos de «sigue, dame cabrón!!» y los manotazos que pegaba en la pared. La tenía que tener el coño bien completo.
Por eso Andy se ponía rojo como un tomate cada vez qaue se cruzaba con su vecino Guillaume Wayne y tenían que bajar juntos en el ascensor cada vez que coincidían al sacar la basura. Bueno, vamos a ser honestos a la verdad, Andy se quedaba esperando hasta que escuchaba la puerta, unos segundos después hacía con que salía, todo muy de casualidad, ya me entendéis. Ahí en el ascensor bien juntitos, más de una vez a punto estuvo de declararle su amor eterno haciéndole una bajada de pantalones y comiéndole toda la polla.
Si algo había aprendido Andy de los tios heteros es que no debía precipitarse. Si uno necesitaba explorar su lado gay, sólo había que darse a conocer, pasearse por delante de sus narices cual gatita presumida dejando al descubierto todos los encantos y si tenía que caer, caería.
Conocía tan bien la rutina de sus vecinos, que sabía cuándo atacar en el momento oportuno. Por lo visto la mujer se pasaba largas temporadas fuera trabajando mientras él se quedaba en la ciudad, así que no le quedaba más remedio que hacer la colada y usar el patio de la comunidad para colgar la ropa. Andy decidió esperar más o menos cuatro días desde que ella se fue, los días que calculaba que un tio podía estar con ganas más que suficientes de usar la polla y en que cualquier agujero le valdría y más a uno con pinta de putero como él.
Le pilló fumando el cigarrito de la mañana apoyado en la barandilla. Andy se presentó semidesnudo, con los boxer con los que había dormido la noche anterior y un barreño de ropa recién lavada. El corazón le latió a mil al ver que los ojazos del francés se clavaban en su culo y sus abdominales. No era para menos, porque gracias a esa señal interpretó que se lo iba a zumbar pero bien. Una risa nerviosa le salió cuando de repente se lo encontró justo al lado y el tio sin más miramientos le buscó la boca, le dio un beso y le invitó a pasar al salón de su casa.
La mente perversa de Andy quería que lo llevase a la cama de matrimonio, ser él ahora el que gritase y le pidiese rabo sobre ese colchón, pero de momento tendría que conformarse con el recibidor. El recibidor y el recibimiento, porque resultó que Guillaume no llevaba calzones, se le estaba empezando a empitonar toda larguísima y alzaba el cabrón toda la tela de las bermudas hacia el frente.
Casi sin darse cuenta, Andy estaba jadeando como un perro, empezó a tocar la barra por encima de la tela, se agachó, pasó la mano derecha por debajo de las bermudas y le sacó todo el inmenso y gigantesco pollón y después del pollón le sacó uno a uno el par de huevos colgantes que tenía. Y chupó, se la metió en la boca y chupó como si no hubiera un mañana.
Le encantaban así de largas para poder meterlas por su garganta y atragantarse, un buen cipote descapullado mirándole frente a frente y sobre todo el tacto suavecito de un buen par de cojones sobre su manita, notando todo su peso. Ya estaba empezando a vislumbrar por qué esa hija puta gritaba tanto y pedía más sin parar. Que se joda allá donde estuviese, ahora esa pollaza era suya y no iba a parar de mamar, pajear y follar hasta reventarle los huevos de leche.
Para cuando Guillaume le bajó los boxer y empezó a besarle el culito blanco, Andy ya estaba más que empalmado y con el ojete chorreando. Así que así le comía le coñito a su chavala, con escupitajos, engrasando bien el agujero, paseando los deditos por encima con cariño, metiéndolos poco a poco, escarbando con la lengua. Sin duda el francés estaba acostumbrado a abrir las puertas traseras, estaba hecho todo un experto. Lo que para la mayoría de hombres era un terreno vedado, para él eran puertas abiertas, sería por lo bien que se manejaba.
Si antes sólo podía imaginarlo, ahora sí que sí, en el momento en el que le empezó a meter la polla por el culo, es cuando comprendió los ruidos y gemidos tras las paredes. Gritó como una perra y casi tuvo que decirle que parase porque aquella polla larga no dejaba de meterse en su interior, dejándole al descubierto hasta las ideas. De lo mojado que ya tenía él el culo y la de babas que le había metido en la polla, cada zambombazo que le metía atravesándole sonaba como la palma de una mano chocando contra la superficie de un charco.
Joder, ni en sus mejores sueños hubiera imaginado que un día atravesaría aquella pared y ese macho francés iba a estar enfilándole el culo con su larga espada. Le infló a pollazos sobre el sofá en el que aparecían los días de la semana, todos los días que le recordaban la de pajas y juguetes que se metía por el culo cada noche pensando en recibir esa polla. Ya no tenía que imaginar más.
Andy sacó a pasear una mano juguetona que acercó al punto de follada y se alegró de encontrarse el par de cojones que no paraban de cachearle el trasero. Es que encima de pollón y cachas, era guapísimo el tio, con esa mirada penetrante, la barbita y la pinta de maclote que tenía, así daba gusto que te follaran y que hicieran lo que quisieran contigo.
El efecto desatascador estaba funcionando a las mil maravillas. La polla entraba y salía como si realmente le estuviera destascando las cañerías, desplazando la entrada del ojete hacia afuera y arrastrándola de nuevo hacia el fondo cada vez que entraba y salía de él.
A pesar de lo larga y grandota que la tenía, Andy se atrevió a cabalgarle el rabo y hacerle desear que lo follase todos los días que estuviese solo en el piso, que no lo olvidara nunca. Se ensartó el rabo por el culo y se sentó hasta tragarse la polla por completo hasta los huevos.
Si le gustaba las cubanas que le hiciera su chavala con las perolas, iba a flipar con la paja brasileña que le tenía reservada con su culazo blanquito. La aprisionó bien fuerte dentro de su agujero y saltó con fuerza cascándole una generosa paja. En esa postura y sin dejar de saltar, Andy dejó salir la leche por su polla.
Ahora tocaba saber qué era lo que salía por ese pollón para que su chavala acabara cada día rogándole a gritos que le decorase las tetas con leche. Andy se agachó mirando de cerca la polla, como un pollito buscando alimento, cerró los ojos mientras el machote francés se masturbaba encima de su cara y los abrió justo a tiempo para ver salir disparado un chorro de lechal hacia el quinto pino para después pasar a degustar la mejor lefa que fue directa a su boca, a la comisura de sus labios, a su lengua, dejándole sucio como un puto cerdo.
Se la comió toda, para que supiese lo mucho que le gustaba. Que tuviera bien claro que él no era el típico vecino con el que contar para que le prestase la sal o la pimienta, que podía contar con él para mucho más siempre que lo necesitase. Así son los buenos vecinos.
ENJOY NOW GUILLAUME WAYNE FUCKING ANDY STAR BAREBACK AT FUCKERMATE.COM
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