A medida que se acercaba la fase final de los play-off de la temporada invernal de hockey sobre hielo, los ánimos se iban caldeando no sólo entre el público asistente en las gradas, ni entre la rivalidad de los deportistas en la cancha, donde los empujones y las lesiones estaban a la orden del día, lo que el público no veía era la lucha que se servía en los vestuarios y que se resolvía a hostias.
Los capitanes de sus respectivos equipos, Malik Delgaty y Dom King, ya habían llegado a las manos antes incluso de comenzar el partido. El árbitro que iba a mediar en el mismo era Mateo Zagal, que al escuchar ruido en el baño, entró para separarles. Apeló a la razón, entendiendo que esos dos podrían resolver sus problemas de una forma civilizada, pero se equivocaba, así que tiró por el camino más rápido, uno que conseguía calmar a cualquier bestia y con esos dos no iba a ser diferente.
Se puso de rodillas entre los dos, llevó cada una de sus manos a un paquete y les hizo prometer que dejarían de pelear y discutir a cambio de chupársela. Joder cómo se relajaron al instante los cabrones. En cuanto se levantaron las camisetas pudo ver sus pollas largas y erectas sobresaliendo por los pantalones. Se ve que eso de enfrentarse a un digno rival se la ponía a los dos bien dura.
Con una sonrisa de oreja a oreja, giró la cabeza a un lado y a otro, sorprendido por las dimensiones de esas dos pollazas. Se llevó primero a la boca la de Malik y después se la comió entera a Dom con la ayuda de Malik, que le cogió la cabeza y le imprimió ritmo hasta que Mateo se tragó esa pija larguísima hasta las trancas. El apetito insaciable de rabo de Mateo se incrementó por momentos.
Si algo le había decidido a ser árbitro era poder ver por el campo a montones de tio con los rabos rebotando en el frontal y los culitos bien marcados en los pantalones. Adoraba esos momentos en que tenía que parar el partido para que el médico de uno de los equipos entrara en el campo con el espray frío en mano, levantando la pernera de los pantalones hasta arriba para rociarlo por el muslo de un tiarrón.
Se la comió a los dos a fondo, hasta dejarse sus huevazos en la barbilla, rozándolos contra su espesa barba. Empezaba a hacer calor en los vestuarios. Él se quitó el pito que llevaba colgando al cuello para arbitrar y ellos fueron deshaciéndose de prendas poco a poco. Era mirar hacia un lado para chupársela a uno y ya había tenido tiempo de quitarse algo de encima.
Demostraron que podían trabajar en equipo, dando de comer rabo a un tio que se las tragaba a pares y hasta los mismísimos cojones, hambriento a tope. Esperó que ese acto de buena fe se viera recompensado con unos buenos lechazos sobre su jeta y la fiesta en paz para empezar el partido, pero en cuanto lo levantaron y lo pusieron a cuatro patas sobre el banco, supuso que a esos dos no les bastaría con unas mamadas.
Fue Dom quien le colocó una mano bajo la barbilla, sentado frente a él, mirándolo mientras le preguntaba si le gustaban las pollas grandes y Malik se la insertaba por el culo sin condón. Dom se levantó y le puso a comer rabo. Uno por delante y el otro por detrás le taparon los dos agujeros, follándole la boca y el culito. La forma de follar que tenía Malik le encantó, con esa voluminosa pollaza dándole duro, sus huevazos colgando y estampándose entre sus muslos. Dom siguió calentando su cabeza, dándole de comer rabo, diciendo guarradas y escupiéndole dentro de la boca.
Le pusieron bocarriba y se cambiaron los agujeros. Dom se la metió a pelo por el culo y Malik le atragantó con esa pedazo de polla larga, gruesa y dura. El muy cerdo se le sentó encima de la cara y empezó a pasear la raja de su culo, sus pelotas y su polla por los morros. Mateo sólo podía abrir la boca, sacar la lengua y chupar todo lo que ese tiarrón tenía para ofrecerle. Le encantó lamerle la hendidura entre los dos huevetes.
Cara de incredulidad, creyendo que se estaban quedando con él cuando Dom le propuso que los dos le metieran la polla a la vez por el ojete. La idea le puso bien cachondo, pero se permitió dudar un momento al imaginar esas dos buenas cacharras dentro de su culito. No creía que fuera posible, pero estaba tan excitado por la idea que le echó un par de huevos.
Sentarse sobre el rabo de Dom no tuvo mayor complicación. Le entró perfecta, hasta el fondo. Se inclinó un poquito hacia adelante. Malik ya estaba detrás de él, paseando la punta de su rabo por la raja del culo, buscando hueco. Lo encontró y también se la metió dentro. Qué bueno, cómo se lo habían trabajado esos dos cabrones para llegar a ese punto, con un agujero bien abierto y ellos dos dando brío a sus pollas, resbalando una sobre otra, acariciándose dentro del mismo espacio.
Cuando Malik se retiró, Mateo pajeó la polla de Dom con su musculoso culazo hasta dejarla a punto de nieve. Le puso tan perraco que Dom terminó por chuparle la polla a Malik. Le encantó que pasaran de pelearse a chuparse las mingas. Mateo se corrió sobre el cuerpo de Dom y volvió a ponerse de rodillas para ver de qué lado caería la moneda en el césped.
Dos jugadores a pajas, de nuevo rivales, pero esta vez para ver quién se la machacaba más y mejor. Dom fue el primero en entregar su recado, un buen lechote directo al fondo de su boca, tragable. A Malik le pilló la corrida en un renuncio, justo cuando Mateo tenía la cara mirando hacia la verga de Dom, así que le dejó toda la nada en la barba.
Los dos siguieron disparando balas, dejándole los morros y la barbita cubiertos de blanco, lefazos colgando por el cuello y el pecho, bien ricos y lamibles. Se apretaban las pollas para sacarse hasta las últimas gotas que amanecían por las rajas de sus cipotes y se lo daban a probar. Mateo se lo comía todo. La tregua duró lo que duró ese momento de placer. Volvieron a las manos en el vestuario, desnudos de cintura para abajo. Bueno, a Mateo esta vez no le importó demasiado. Le moló tener sus pollas corridas dando banzados y rozándole. A veces una buena disputa era necesaria.