El guaperas Brock Fisher se casca un pajote en el cuartucho de la lavadora | GayHoopla
Sólo aquellos que alguna vez han tenido que compartir habitación durante mucho tiempo, saben lo que es no tener intimidad ni para cascarte una paja en el cuarto de baño. Al final, la necesidad aprieta y te termina dando igual, como que llegas a un pacto no escrito ni dicho entre colegas con los que compartes espacio y eso de escuchar algún gemido al otro lado de la puerta o apreciar movimientos extraños bajo las sábanas por las noches, se termina convirtiendo en algo de lo más habitual entre chicos.
Brock Fisher ya ha llegado a ese estado y ahora, en lugar de apilar ropa sucia como cualquier buen hijo de vecino haría, ya se la suda todo y según llega de echarse un partido, se va quitando la ropa a medida que llega a la lavadora. Pantalones, camiseta y finalmente calzoncillos. Saca las toallas que se ha dejado alguien dentro y echa su ropa a lavar.
Para matar el tiempo, ahora que está desnudito y goza de un rato a solas en ese cuartucho poco frecuentado, se sienta encima de la lavadora, se coge la polla con una mano, cierra los ojos y aprovecha la vibración del aparato que tiene bajo sus posaderas para dejar la mano quieta y sentir cómo esas vibraciones viajan del culete a sus muslos, de sus muslos a sus brazos, de los brazos a la mano, alimentando la suave pajilla.
Le gusta suave pero poco tiempo, le va más ir a lo duro. Ya de pie, sospechando lo guapo que es y lo buenísimo que está, pues todas las chicas se lo dicen y entre los chicos que no lo hacen lo advierte en sus miradas, se masturba observando las toallas sucias, apreciando en ellas algún signo de eyaculación de alguno de sus colegas y si no lo hay, imaginándolo. Le encanta tener la mente tan sucia.
Termina en el suelo sacándose la leche. El semen nutre los pelazos negros de la base de su polla. La lavadora sigue haciendo su trabajo y todavía le queda. Coge la toalla sucia de uno de sus colegas para limpiarse, no sabe de cual, pero le encanta que huela a sudor y a algo más que intuye qué es. Donde se ha corrido uno, se pueden correr dos.
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