Guillaume Wayne mete un folladón a pelo a Dani Brown y le hace correrse dos veces | Fucker Mate

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Le encantaba chuparle la polla a ese machote francés de cuerpo atlético. Dani Brown se acercaba a gatas y se fijaba en que las dimensiones de su paquete no paraban de crecer hasta el punto de no poder domar a la bestia que había dentro encerrada. Lo que más adoraba de comérsela a Guillaume Wayne era sentir cómo crecía más y más y se iba poniendo más dura dentro de su boca, sacarla toda llena de saliva y admirar ese auténtico falo tieso.

La tenía muy larga, nada menos que veintiún centímetros de varita, pero no excesivamente gorda, lo que siempre le animaba a tragar y tragar hasta que se topaba con la realidad, el cipote presionando la entrada de su garganta, haciendo un tiento de meterse más allá, dejando a Dani con los ojos llenos de lágrimas que surcaban el exterior de su nariz resbalando por su mejilla.

La forma de esa polla y su longitud le volvían to loco. Volvía a llenarse la boca de rabo una y otra vez, a rebozar su cara por la tranca, sintiendo su roce y su calor en la nariz, en la frente, en los labios, inclinaba la cabeza y le succionaba esos huevazos que tenía bien pegados a la base y volvía a cogerle la trompeta con la boca deleitándose con el deslizamiento entre sus labios de esa pirula.

Tenía saliva de sobra, pero Guillaume se empeñaba en subirle la carita, lamerle los morros y darle de la suya para que siguiera haciendo tan buen trabajo. Un trabajito que continuó en la cama, con Guillaume tumbado en ella a cuerpo de rey. Le encantaba chuparle la polla a un hombre que se ponía así, dejándose hacer, con los brazos por detrás de la cabeza, enseñando la pelambrera de sus sobacos, observando fijamente cada movimiento, disfrutando de cómo su polla cada vez estaba más dura y engrasada entrando por la boca de un tio que la deseaba con muchas ganas.

A veces estaba así y otras se ponía en plan cabrón, agarrándole la cabeza y apretando hacia abajo justo cuando la tenía dentro de la boca, obligándole a tragar, dándole palmaditas en el moflete, como haciendo hueco para que se tragara el rabo cada vez un poquito más. De lado como estaba Dani en ese momento, ahora a cuatro patas dedicado a mamar, Guillaume se fijó en su culazo y le metió mano por los calzones.

Tumbó de lado a Dani, le quitó los gayumbos y le elevó una pierna para comerle la raja, luego le puso a cuatro patas, abrió las piernas para acoger el trasero entre sus muslos, empinó la polla apuntando hacia el agujero y se la fue metiendo sin condón lentamente, disfrutando de ese primer apretón que le supo a gloria bendita, hasta tener la polla entera hundida en su hueco.

Cruzó las manos sobre su pandero, agarrando las nalgas con cada una y comenzó a follárselo. Qué buen culazo y qué bien tragaba el nene. El plas plas de las caderas y los muslos contra su trasero empezó a volverle loco. Atrajo a Dani hacia su torso, le abrazó fuerte y le hizo saber lo mucho que le deseaba. A Dani se le había puesto también durita y su rabo no paraba de mecerse con rápidos movimientos hacia arriba y hacia abajo campaneando entre sus piernas con cada empotrada que le metía le francés.

Lo siguiente que vio Guillaume fue desaparecer su polla dentro del culazo de ese mamón cuando le dio la espalda y se sentó encima. Un culazo que empezó a machacársela con brío. Tuvo el poder durante un rato, hasta que le flojearon las piernas y Guillaume aprovechó para cogerle de los muslos y tumbarle sobre su torso, encorvando la espalda y culeándole desde abajo, insertándole toda la pija, frotándola bien dentro de su ano.

Repitieron pero esta vez frente a frente. Guillaume entró en modo vicio. La cara roja, a punto de entregarle todo a ese zagal. Aguantó un poco más, lo suficiente como para dominarle, voltearle bocarriba y follárselo de lleno mientras le agarraba del cuello. Ahí, recibiendo polla de la buena y sin poder escapar. Al verse atrapado y completamente dominado por ese hombre, se cogió la polla y se la empezó a machacar. La leche salió volando haciendo virutas, mojando todo su cuerpo. Y cuando parecía que la cosa iba a menos, otro chorrazo que le viajó hasta el hombro, dejándole ciego de gusto.

¿Podía quedarle más leche en las pelotas? Sí, podía. Cuando Guillaume se levantó y le estaba besando, ante la previsión de que se corriera encima de su cara, lo imaginó y se corrió por segunda vez. Guillaume siguió meneándosela, besando a Dani, hasta quele entró el gustillo, entonces se puso de rodillas con el rabo encima de la cara de Dani y se corrió encima de ella, dejándole los morritos sucios.

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@ fotos por Oscar Mishima

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