Se habían conocido en el gym, se habían molado y Angel Rivera había acabado viendo una peli romántica sentado junto a Johnny Donovan en el sofá de su casa. Ya fuera por el efecto del calor, el olor de las palomitas, la añoranza del amor que traspasaba la pantalla, o que el prota estaba tan bueno semi desnudo que a Johnny se le puso dura y Angel pudo ver cómo se le levantaba la tienda de campaña, acercaron posturas en el sofá y decidieron conocerse más a fondo.
Qué diferente era todo de cuando estaban rodeados de gente en el gym. Angel no podía creer que tuviera a Johnny con el torso desnudo delante de él. Ya le había visto varias veces así y le ponía cachondo, pero es que ahora tenía permiso para tocar de él todo lo que quisiera. Y la cosa iba en ambos sentidos, porque Johnny también tuvo permiso concedido para recrearse con el cuerpo del guaperas de Angel.
Comida de oreja, besitos en el cuello, el calor del cuerpo musculoso de un hombre fuerte rozando el tuyo. Besos con lengua, realamer el torso, tocar hueso. Cositas que a uno le iban empinando la polla hasta que no podía crecer más de lo dura que estaba. La de Johnny ya estaba preparada. Angel le metió un buen agarrón nal paquete, le bajó la cremallera, le sacó la pija y se la masturbó fuerte con una mano mientras seguía prendido de sus besos.
Luego a la boca y a mamar. Se la pilló con tantas ganas que le encantó metérsela hasta le gaznate, bien profunda, profiriendo los sonidos que sólo hacían los cerdos entre las vallas de una granja. Qué hijo de puta, qué bien la chupaba el cabrón, que ya sólo de escuchar oirle jalar verga uno podía cerrar los ojos y correrse de gusto imaginando la jugada.
Como siguiera chupándosela de esa forma, Johnny no iba a llegar ni a primera base, por eso se apresuró a pedirle el culito al chaval, para abrírselo y fornicarlo cuanto antes. Qué culo más guapo. Redondito, con unos cuantos pelos y muy pero que muy revoltoso. Fue rozarle con la lengua justo en la entrada del ojete y se volvió loquito. Qué bien se lo iba a pasar con él.
Se sentó en la polla desnuda clavándosela entera y se agarró a los hombros de Johnny mientras saltaba sobre ella y se la metía a fondo. Los dos cara a cara, mirándose a los ojos, deseándose. Lo gozaron frente a frente, sintiéndose uno dentro del otro. La paja que le metió con el culo bombeándosela sin cesar, fue flipante. Cada vez entraba mejor y cada vez se la porculeaba con más fuerza.
A Johnny se le estaba empezando a nublar la vista. Tenía la polla a punto de caramelo ya. Todo lo que veía le molaba demasiado. El espectacular cuerpazo atlético y musculado de Angel desplegando toda su artillería, la forma que tenía de contonearse sentado sobre sus piernas, lo bien que meneaba ese culo portentoso que tenía, su forma der tomar le control de la situación y llevar a Johnny hasta un punto de no retorno.
De tanto cabalgar, a Angel se le había puesto dura. Todavía llevaba los calzones puestos y Johnny se fijó en la forma en la que el pene luchaba por salir de la huevera hacia arriba. Angel se puso de pie, se quitó los calzones y entonces mostró lo bien dotado que estaba, con una pija larga y preciosa, dura y con unos buenos pelazos en la base, un buen bosque de pelazos negros.
Volvió a tomar asiento, esta vez dando la espalda a Johnny y masturbándose mientras este se lo follaba. Johnny no pudo resistirse a tocarle el rabo. Angel apartó la mano para dejar que se la cogiera y Johnny se la pajeó duro. Le puso a cuatro patas en el sofá y le dio por culo, aprovechando el respaldo para colocar los pies encima y quedarse en plancha sobre la espalda del chaval, gozando de su agujero y del calor de su cuerpo.
Le dio mimitos mientras no paraba de meterle polla a pelo, impulsado por la fuerza que le confería esa postura de dominio. Se lo folló bocarriba hasta que Angel se sacó la leche. La lefa saliendo de su polla, chorreando por todo el pene hasta depositarse en la selva negra. Johnny estaba on fire, se inclinó y recogió algo de esperma con su lengua para saborearlo.
Avisó a Angel de que se iba a correr. Le sacó la polla del culo y se corrió encima de él sacándose el grueso de la corrida, aunque reservó una pequeña parte, porque a petición del chaval, que quería que le preñara el culito, se la volvió a meter de nuevo y terminó de aliviarse dentro de él. Metérsela de nuevo en su ojete apretado, todavía corriéndose, le dio un placer irrefrenable que le llevó a temblar de gusto. Angel todavía con las piernas abiertas para Johnny. Johnny inclinándose sobre Angel. Los besos de después de follar estaban cargados de amor, de calma, de un sabor parecido al del algodón de azúcar en plena feria.
