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Orgía de empotradores lecheros, Viktor Rom, Diego Reyes, Nicholas Bardem y Babylon Prince se follan sin condones los culazos de Italo Gang, Rudalo y Giuspel y les alimentan con su lefa

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Como zorritas bien avenidas esperando a sus machos, Italo Gang, Rudalo y Giuspel retozaban en la cama apenas con los calzones puestos, todos abiertos por la parte de atrás, preparados para recibir esos cuatro pares de manos grandes y aventureras de Viktor Rom, Diego Reyes, Nicholas Bardem y Babylon Prince, que ya se acercaban hacia la cama apropiándose de lo que era suyo por derecho propio.

Viktor se acercó con su cacho polla gordísima y empitonada hacia la hermosa boquita de Giuspel. Sentir el roce de sus dulces y jugosos labios se la puso a puntito de caramelo y sintió tanto amor que se lanzó a dedearle y comerle el culo para tenerlo bien preparado antes de la incursión a pelo. Diego, uno de los culitos más ricos de esa habitación y también uno de los más guapos, se lanzó a por el del más jovencito de la sala, Rudalo, mientras Nicholas abría en canal la raja del culete de Italo con la lengua y el chulazo Babylon se hacía una paja cerca de todos ellos esperando que se abriera hueco para tomar partido de ese manojo de chicos deseosos de probar rabos.

La cama enseguida se quedó demasiado pequeña para esos siete tios. Manos, piernas, pies, bocas mamando pollas con muchas ganas, putos mamporreros cuya misión era cuidar de los rabos, engrasarlos en sus babas para que sus colegas pudieran recibirlos por el agujero de sus calientes panderos. Cuerpos masculinos enzarzados en una orgía, bocas abiertas chupando pollas, culos igual de abiertos recepcionando las enormes pollas que se les antojaban.

El primero en triunfar fue Nicholas, que llegó y remató sin esperar por más tiempo, agujereando el culazo de Italo, prometiéndole amor eterno. La hermosura de Diego no pasó desapercibida para los chavales y el cabronazo acabó tumbado bocarriba en la cama, recibiendo una mamada de Giuspel mientras Babylon le metía un buen gag the fag jodiendo su traviesa boquita, aplastandos todos sus enormes cojonazos contra los pelos de su bigote, dejándole la cara roja y bien alimentada.

Babylon se retiró de su boca cuando Rudalo llegó de rodillas para alimentarse de su polla, pero Diego tuvo enseguida dos nuevas atracciones. Nicholas seguía dando duro a Italo por detrás y Viktor acababa de cubrir a Giuspel encajándole la polla más gorda y grande que había en esa habitación. Los dos porculeados no dejaban de mecerse hacia adelante y atrás, bien follados, exhalando todo el vicio por sus bocas, compartiendo con Diego el sentimiento que esas dos pollazas despertaban dentro de sus cuerpos.

Los cuerpos musculosos de Viktor y Nicholas, sudados, no paraban de dar caña por detrás, adueñándose de esos traseros, intercambiándoselos. Sus largas pijas salían y entraban por completo abriendo hueco, dejando que esos dos cachorritos desplegaran todo su amor sobre la gorda y banca polla de Diego que ahora estaba gozándola viendo cómo esas dos cabezas le chupaban la pija y se la dejaban bien limpia.

El tercer culo follable lo puso Rudalo para Babylon, cerrando el círculo en el que esos tres machos comenzaron a moverse, a rotar, a joder ojetes sin condones, a disfrutar con otros de su mismo sexo mientras Diego era colmado con todo tipo de besos y cariños. Al final el roce hizo el cariño y el culo de Diego terminó abriéndose para que Viktor se lo follara. Desplegó sus nalgas y puso esa cara de cachorro vicioso y clemente cuando Viktor se la empaló hasta los mismísimos huevos.

Todo empezaron a ponerse cachondos con la presencia de Nicholas. El tio estaba buenorro, todo musculazos, con esa barbita y los pelos del pechote, en parte canosos, que le daba el toque perfecto de empotrador veterano de guerra. Su cuerpo excitado y sudado, sus continuas embestidas, animaron a los demás a dejar las sábanas de esa cama chorreando, ahora en sudor y vicio, luego llenas de esperma.

«A dobles, a dobles«, animó Viktor a los chicos. Y es que vio que esos culos tragones se comían los rabos con tanta facilidad, que había que meterles más caña. Giuspel se sentó sobre las piernas de Diego ensartándose su gorda polla desnuda por el ojal mientras Viktor se acercaba por su espalda, metiendo un segunda rabaco por el hueco, llenándole el agujero del culo con doble polla sin condón.

Ahora sí que estaba apretadito, ahora sí que gemía el cabronzuelo. Le amaron a conciencia y entre tanto sudor y ganas fue inevitable que las pijas escaparan de ese hueco tan cerrado, pero enseguida se las ingeniaron para volver a colarse dentro y rellenarle de rabo como a un pavo. Tras esa auténtica cerdada, los cuatro machos siguieron follando culos, con Diego poniendo de su parte como buen versátil, dando y recibiendo amor.

El primero en sacarse la leche de los huevos fue Nicholas. La visión del culito apretado y redondo de Italo le llegó a convencer demasiado pronto, no pudo contenerse las ganas y soltó unos buenos chorrazos de lefa caldosa sobre su espalda y sus nalgas antes de que Giuspel acudiera a refrotar el nabo por su barba de pelazos negros, que se quedó llena de mecos.

Con un colgajo de semen colgándole de la barbilla, Giuspel se giró y ofreció su culo a Babylon después de que este se le corriera encima. Viktor se aprovechó del lubricante de su colega Nicholas para reventar el ojete de Italo. Diego regaló a todos un espectáculo de fuegos artificiales. Abandonó las entrañas de Rudalo para cascarse un pajote delante de todos ellos y su lefa salió disparada salpicándoles a todos, a Viktor el que más, recibiendo las ovaciones de sus compañeros de cama. Rudalo salió conla boca disparada hacia su pene para ver si cazaba algo y se llevó las sobras.

Tres hombres quedaron en pie. Viktor todavía tenía ganas de marcha y no paró de reventar los culazos de Italo y Giuspel, tragones incansables. Se jodió un culo, luego el otro, a placer. Sacó la polla de uno de ellos, chorreando leche, sin poder contenerla más dentro de sus pelotas, plantando su semilla en el culazo de Giuspel y la boca hambrienta de Italo. Los dos se arrodillaron para comerle el rabo y saborearlo, haciendo pucheros con su semen.

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