Follado por dos machos Bo Sinn y Ryan Bones empalan a Maxx Monroe sin condón con sus enormes rabos atándolo en un andamio | BROMO

Chained And Double Banged

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Un tio machote se le acercó tras el vallado cerca de las vías del tren. Al principio pensó que era poli vestido de calle. Tenía cuerpazo de poli y vestía con pantalones azul oscuro y camisa blanca ceñida a un espectacular torso musculoso, un arnés de tirantes y de él colgando en un costado algo que parecía un walkie para comunicarse con otros polis.

Maxx Monroe se quedó con la duda, pero en cuanto ese tiarrón le pidió desnudarse en aquel descampado apartado, siguió sus ódenes como un perrito. Mientras se desabrochaba el botón de los pantalones y se bajaba la cremallera, vio cómo el tio se llevaba una mano al paquete. Debía tenerlo muy grande, porque se lo tocó a mano abierta, como si no le cupiese al agarrársela. Algo así necesitaba un culo como el suyo. Maxx se dio la vuelta, le enseñó el culete y no hizo falta más. Ryan Bones lo cogió con sus fuertes brazos y se lo llevó en volandas.

Ahora estaban en una especie de cuarto en construcción, con paredes rojas llenas de grafitis y un andamio amarillo. La verdad se fijó poco, porque estaba de rodillas y centró su atención en la entrepierna de Ryan, que con mucho arte se estaba sacando el rabo por la bragueta. Maxx estaba cachondo. Siempre le había gustado mirar a los tios en los meaderos. Ver a un hombre sacarse la picha para mear era una de las cosas que más le gustaba. Se quedaba embobado. Ahora él era el meadero.

Primero el botón, después el barrido de la cremallera. Las solapas del pantalón se apartaban, dejando ver el nacimiento del rabo y de las pelotas. Maxx estaba excitado y no podía contener la emoción. Ese pollón tenía pinta de estar super apretado. Ryan se bajó un poquito más los pantalones y la polla salió disparada apuntando hacia la cara del chaval.

El olor a rabo llegaba hasta sus napias y deseaba comérselo. Antes de eso miró a ese hombre en conjunto. Era la hostia. Atractivo, fuerte, unos brazos musculosos cayendo a cada lado de su cuerpo, unas manos grandes y masculinas y ese pollón largo y grueso. Ryan rompió sus pensamientos, le agarró del cogote y le obligó a mamar.

Le encadenó al andamio y le folló el culo como un machote, dándole palmaditas en las nalgas, dejándole en ella el impacto de unas buenas hostias con la mano mientras le jamelgaba el trasero. Para aliviar el dolor de tanta jodida, le echó cremita en semen justo encima al acabar. El muy cabrón se fue dejándolo allí atado, pero cuando salía pudo escuchar que hablaba con alguien por el walkie. «Eh Bo, aquí te he dejado comida«, dijo. Y se piró.

Al par de minutos la puerta se abrió de nuevo. Tenía pinta de ser uno de los mecánicos. Esta bien bueno el tio. Altísimo, con cara de malote, muy fuerte, tatuado. Llevaba un de esos monos de trabajo de una sola pieza. Tiró de la cremallera del pecho hacia abajo por la entrepierna y Maxx alucinó con la pedazo barra que tenía colgando entre las piernas. No había visto en su vida algo tan grande. La razón no le daba para asimilar que pudiera haber hombres con rabos así.

No le dio tiempo a pensar mucho, porque Bo Sinn se le acercó por detrás, rebañó su gigantesco rabo por la nalga donde su compi había dejado su semen y sin un puto condón se la metió por el culo. Joder, era enorme y encima el tio estaba tan bueno y le alegraba tanto la vista que el agujero se le abría solo. Maxx notaba que su cuerpo, en alguna parte, debía estar fabricando hormonas de la felicidad, porque estaba como fumado, feliz y sintiendo el gusto en lugares donde no lo había sentido antes, descubriendo el sexo por segunda vez.

Normalmente, cuando Maxx iba de cruising por las vías, los tios con los que se encontraba eran de los que gustaban de dar por culo y por detrás para no mirarse mucho a las caras, pero estos dos eran distintos. Bo le tumbó boca arriba sobre el piso superior del andamio, dejando el culo a la altura de su entrepierna y le empaló con su enorme, larga y gigantesca herramienta de culto. Menudo pito tenía le colega. Maxx miró un poco hacia abajo y veía una barra cilíndrica y enorme penetrándole el ojete sin compasión.

Antes de acabar, el tiarrón le dejó comerle la verga, atragantándole con ella, pero Maxx no sabía si iba a ver otra así en su vida, así que decidió que si tenía que atragamtarse un poco, lo haría con gusto. Hasta la polla tenía tatuada y era tan larga que daba para poner un largo mensaje sobre su piel. Bo le agarró de la cabeza, se masturbó sobre su boca y le lanzó todo el esperma que tenía guardado en las bolas. Maxx no sabía ni por dónde le venía, pero terminó con los morros mojados de lefa y el pelo con goterones de esa gomina que tanto le molaba.

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