Antes o después, cada niño descubre quién es en realidad Papá Noel y no seré yo quien venga aquí a decir quién es, por si alguno todavía no lo ha descubierto, aunque con pelos en los huevos como tenéis, ya va siendo hora, ¿no? Joey vive con ilusión cada nochebuena, poniéndose su pijama especial de cuadros y durmiendo en el sofá junto a su padre, para nada más despertar ver los regalos en la base del árbol de Navidad.
No sabe que esa noche va a perder la inocencia y que si el significado del espíritu navideño es que hay que dar, pronto va a descubrir la avaricia de recibir, recibir pero bien. Ha dejado un vasito de leche con oreos para Santa Claus y se dispone a soñar con los angelitos. Eso sí, no sabemos con qué clase de angelitos, porque a juzgar por cómo empina la tienda de campaña bajo el pijama, deben tener o las tetas bien grandes o pollas enormes.
Su padre se está comiendo las galletas cuando descubre la erección de su hijo y le entra la misma duda. Un padre nunca sabe cuándo tendrá lugar la obligada conversación sobre sexo entre padre e hijo y parece que ha llegado el momento, en plena nochebuena. Está intrigado. ¿A su hijo le tirarán dos tetas más que dos carretas o será adicto al biberón de por vida?
Sherman lo tiene claro, que por algo le dejó su mujer, le gustan más las pollas que a un tonto un lápiz. Observa a su hijo empalmado y se magrea el paquete. Le despierta y se lo pregunta directamente. ¿Carne o pescado? La respuesta no puede ser más obvia cuando Joey tira de la goma del pantalón hacia abajo y le enseña a su papi su tremendo pollón empalmado.
Parece que el chaval ha salido a su padre en cuando a dote y eso le alegra. Al fin y al cabo era de esperar de este también, viendo cómo se las gasta su otro hijo, Evan. Joey comienza a hacerse una pajilla y su padre se sienta en el cabecero del sofá acariciándolo. Poco a poco va sobándole más cerca de la entrepierna hasta que le retira la mano y le coge la polla con la suya. Fuerte y robusta como un roble. La de placeres que va a dar a otros chicos con ese mazo de cipote gordo, no lo sabe bien todavía.
Papá se pone de pie y le invita a descubrir en lo que se convertirá su rabo dentro de unos años, cuando llegue a su plena madurez. Deja que su hijo se la saque por la bragueta y ahí está, larguísima, gorda, con ese cipotón tan reconocible y tan parecido al suyo. Joey abre la boca a tope, coloca la raja del cipote sobre su lengua y se rellena la boca de rabo.
Mira a su padre desde abajo para saber si se la está comiendo bien. Sher hace un gesto desde arriba. De puta madre, hijo, de puta madre, tú sigue chupando.
Unos minutos más tarde, con el sabor a polla tan familiar en su boca, Joey va a convertirse en el regalo de Papá Noel para su padre. A cuatro patas, cerca del decorado e iluminado arbolito, pone el culo blanquito en pompa y se lo ofrece a papá. En cuanto Sher empuña su pollón en su mano y lo conduce hacia el ojete, se da cuenta de que aquello es casi una indecencia pero le pone cachondo. Su enorme, gorda y dura polla destaca contra un culito prieto por el que parece imposible meter algo tan gigantesto.
Sin cóndon, toda a pelo, fuerza un poco y se la mete por el culo. Apenas entra un tercio Joey levanta la cabeza de gusto. Sin llegar a metérsela entera porque no le cabe, se lo folla llegando a la mitad del recorrido, viendo desaparecer la mitad de su enorme mango, intentando que no grite mucho para no despertar a su hermano Evan.
Santa está a punto de llegar con los regalos, pero antes que él llega la nieve. Sher se folla a su hijo sobre el sofá y a punto está de preñarle cuando le saca con rapidez la polla del culo y se corre encima de su cuerpo, dejándole un reguero de semen desde el cuello hasta su ombligo. Joey mira el enorme pollón de su padre, los escupitajos de lefa que sobrevuelan su cuerpo y piensa en una gran cerdada. ¿Y si aprovecha las galletas que aún quedan junto al vaso para mojarlas en otro tipo de leche?
Nota: Las imágenes, el vídeo y el texto reflejan una obra de ficción. Los actores no tienen ninguna relación de parentesco real.
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