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Viktor Rom pone a mamar y a follar a Pablo Bravo, Koldo Goran, Leo Bulgari, Brett Tyler, Liam Branagh, Jordan Neo, Bob Steel, Thomas Sex, Carlos Verga, Snauflake, Pepe Yakuna, LuciferXL Italy, Jason Domino, Mathieu Delyon31 y Maxence Angel

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En la competición de los juegos de sexo extremo, los gladiadores son tios completamente desnudos con las vergas colgando entre las piernas. Cada uno tiene una cabina y la llamada del cuerno les pone a todos en fila, dispuestos a salir a una arena donde les espera su mayor rival, el león al que deben batir ante la atenta mirada del público en las gradas, tras las rejas, que se apiña para disfrutar de una jornada de sexo sin igual.

Ese león tiene nombre, se llama Viktor Rom y para luchar contra él, deben empezar comiéndole su descomunal pollaza. Uno a uno van pasando por ella, comiéndose las babas de los anteriores, metiéndose en la boca una pedazo de trompa que casi no les cabe entre los labios. Larga, grande, durísima, bien empinada hacia el frente, una muestra de virilidad que les hace ponerse cachondos, sabiendo que la espera después de un año entero, ha valido la pena.

Algunos pegan un par de tímidas caladas, impresionados por comerse la verga más grande que han tenido nunca dentro de sus bocas, otros, que se ve que están acostumbrados a comerse cosas grandes, disfrutan y dan lecciones a los novatos, incluso se excitan y se meten algún dedo por el ojete mientras maman. Viktor tiene el poder sobre ellos, él manda y ordena a los gladiadores del amor que les coman las pollas a todos los chicos del público.

Obedientemente, se acercan a las verjas, se pones de rodillas y al segundo tienen montones de rabos saliendo entre las rejas, morcillones y duros, de todos los tamaños, formas y colores. Pablo Bravo, Koldo Goran, Leo Bulgari, Brett Tyler, Liam Branagh, Jordan Neo, Bob Steel, Thomas Sex, Carlos Verga, Snauflake, Pepe Yakuna, LuciferXL Italy, Jason Domino, Mathieu Delyon31, Maxence Angel, los que chupan y los que se dejan mamar.

Cada uno se aferra a una polla y no la sueltan. El placer empieza a hacer mella en ellos. Se bajan los calzoncillos por la parte de atrás y dejan a la vista la hermosa raja de sus culazos que no paran de menearse. Los hay peluditos, los hay suaves. A la orden de Viktor, se levantan, se dan la vuelta, separan un poco las piernas echando el culete hacia atrás, juntándolos bien contra los barrotes. Ahora son los chicos del público, los empotradores, los que se agachan para seducir esos ojetes, para prepararlos con su saliva y su buen hacer.

Lenguan húmedas que serpentean por el interior de esos anos apretados y ardientes. Los que tienen barbita se aprovechan del raspado y lo tienen más fácil para que esos agujeros cargados de amor se abran ante elos sin condiciones. El griterio no se hace esperar. Están todos cachondos y empiezan a gemir a la vez cuando los que tienen tras las rejas les meten los dedos por el culo, cuando les ven esas pichas enormes que tienen dispuestas a darle buen uso y aprovecharse de ellos.

Viktor les abre las puertas y les pide una sola cosa, que disfruten del sexo entre hombres. Entonces él se une a la fiesta y se convierte en uno más. Muchas bocas llenas de rabo, pero algunos ya han cogido carrerilla y están ya o cabalgando sobre sus machos o abriéndose de piernas de par en par para dejarles pasar dentro. Unos tragan rabo por el culo y otros se dejan bombear.

Dieciséis tios gozándolo a la vez, sumidos en una orgía bien cerda en la que acaban algunos de rodillas mamando pollas y alguien diciendo que hay que darles leche. La idea hace que les suba rápido el caldo por los cojones. Caritas guapas, atentas, con la boca abierta y la lengua por fuera. Los machos empiezan a disparar munición sobre ellas y les meten unos buenos trallazos que les dejan ciegos.

El daddy joven de la gorrita y la barba, el osito, se lo lleva todo bien rico. Una polla empieza a deslecharse encima de él y le deja bien guapo, con el semen colgando por los pelazos negros del bigote, correteando por su labio superior hasta meterse dentro de su boca. Otra descarga le llena los morros de leche dulce. Un goterón en su barba que alimenta. Entran ganas de meterle un morreo rechupeteando todo ese esperma para no desperdiciar nada. Pollas corridas, bocas llenas de lefa. Los gladiadores del sexo han pasado la prueba con creces y el público se va bien contento a casa, esperando que lleguen los siguientes juegos.

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