Para un amante de las grandes pollas como él, tener una de ellas entre las piernas hacía que Gianni Maggio se la adorase cada mañana a dos manos, con los calzones apretándole los huevos y la mirada fija en ese poderoso trozo de carne inmenso que la naturlaeza le había regalado.
A menudo no estaba solo en la habitación y dejaba que otro chico le mirase mientras él se masturbaba y se la ponía lo suficientemente dura y tiesa como para decidir que ya podía acercarse a chuparla. Ese día tenía allí de pie a un tiarrón altísimo de un ochenta, mitad osete, que era el motivo de su trempera de cero a cien en pocos segundos y en cuanto tuvo la vara preparada, invitó a Joel Someone a mamar polla.
El tio se postró sobre la cama abriendo la boca de par en par para lo que se venía, miró de reojo a su dueño y se llenó los carrillos de rabo mientras el italiano agarraba su cabeza por el cogote sintiendo el peso de esa mordaza. Entre los dos se encargaron de darle lustre a la mancuerna definitiva, Gianni escupiendo con tino encima de su propia verga y Joel soltando la salida encima del cipote para después acoplar los labios encima y deslizarlos suavemente por el largo pollón, obligándose a sí mismo a tragar más de la cuenta.
En cuanto Gianni le vio sobrepasar la mitad, la marca de lo que generalmente los tios solían comerle, se coscó de sus cualidades como mamador y aprovechó para inflarle la boca de verga metiéndosela hasta que apenas quedaron cuatro centímetros de rabo al viento, porque los otros veinte estaban dentro de la cabeza de ese cabrón chupapollas que ya estaba dejando caer todas sus babas encima de los pelos de la base de su gigantesco miembro viril.
Joder, qué pocas veces podía pegarse el gusto de recular, cuando le comió el mástil casi enterito y notó que su pollaza entraba por el sitio más estrecho. A veces el punto de vista engañaba, así que decidió levantarse, escupir desde arriba y dejar que ese mamón siguiera jalándole la verga para comprobar hasta dónde podía tragar.
Unas cuantas arcadas no estaban de más. Joel tomaba un respiro pero con ganas de volver a la carga. Gianni bajaba a chuparle los morritos, deslizando su lengua por esos dulces labios como un buen cerdete, dejándolos preparados para hacer resbalar la polla entre ellos.
Cada vez costaba más que se la tragase como lo había hecho al principio, porque el pollón había crecido a lo largo y ancho y estaba más duro si cabe, pero lo que era incontestable eran las ganas que el americano tenía de comerle el rabo, así que le puso encima de la cama con la cabeza en el borde y le folló la jeta metiéndole un gag de fag en toda regla, alimentando de lo lindo esa cara tan bonita y masculina, sintiendo el roce de los pelillos del bigote en el grueso de su verga.
El mamón tenía tanta hambre que le pilló por sorpresa cuando le agarró por la huevera y se la zampó entera. Veinticuatro centímetros de polla acoplados dentro de su boca la completo, el enorme cilindro perforando su garaganta, los cojones acoplados en sus morros. Unos segundos deliciosos que le supieron a gloria y que acabaron con Joel tomando aire como si acabara de subir de las profundidades del océano.
Eran tremendas las ganas de zampar que tenía ese cabrón. Pocas bocas había visto Gianni que se atrevieran a tragarse su polla entera, pero haberlas estaba claro que las había y cuando se encontraba con una no dejaba escapar la oportunidad de darles de comer como se merecían, aprovechando la forma inclinada de su enorme rabo para perforar sus tráqueas hasta el fondo.
Puso a Joel a cuatro patas en la cama y descubrió su precioso culo de macho. Al desplegarle los cachetes, se encontró con un bonito ojete rosáceo rodeado de una buena pelambrera. Parecía más delicado que su hambrienta boca, pero no dejaba de ser un agujero igual de hambriento. Acopló los morros follándole con la lengua y raspándole con la barba y después lo forzó metiéndole un par de dedos, uno de cada mano, comprobando su flexibilidad.
El agujero era super apretado, apenas dilataba unos milímetros, pero Gianni ya estaba acostumbrado a agujerear con su maza esos culetes que después se lo tragaban todo. Miró el culazo, después su polla enorme y no dejó de impresionarle el hecho de que algo tan grande pudiera caber por un hueco tan estrecho. Acercó el rabo, le metió el cipote sin condón para probar y le gustó tanto que pasó de ponerse condón y le reventó a pelo con la gigantesca verga.
Menuda inflada de polla que le metió así de primeras, marcándose unas flexiones encima del caballero, arrastrando la verga entera dentro de su cuerpo, haciendo que Joel levantase la mitad inferior de sus piernas del gusto al notar cómo otro tio se adueñaba de su culo por completo. Oh Dios mío, gritaba, mientras la presencia de ese enorme cilindro en su interior le rebanaba el culo y le hacía dilatar como nunca.
Gianni ya iba hasta sin manos, desacoplando la polla y volviéndola a meter, haciéndola resbalar por la raja peluda hasta que encontraba el camino de vuelta hacia su agujero caliente. Se lo folló a cuatro patas como un perro sobre la cama, dándole por detrás a toda hostia, saciándole ese ojal hambriento de rabo. La bestia italiana no paraba de zumbárselo y si alguna vez se le salía la polla, Joel alargaba la manita por detrás, le cogía el larguísimo miembro y lo volvía a depositar dentro de su culo, posando después la manita en una de las nalgas de su macho para asegurarse una buena penetrada.
Pero aunque Gianni juró ver desaparecer su polla al completo dentro de ese agujero, la única forma de asegurar que un tio se la tragaba completita era sentarse sobre las piernas de papá. Teniendo ese tamaño de polla, a Gianni no le amedrentaban que tios altos como Joel se sentaran sobre sus piernas clavándose su enorme rabo. Ahora sí, notó las nalgas del machote rozando sus rugosos cojones.
Superada esa prueba, descubrió lo mucho que le gustaba al americano que le perforaran el culete, así que le puso de lado y le taladró el ojete con la polla a conciencia. La verga todavía le quedaba bien ajustada a las paredes del ano, pero sin duda le había dibujado un buen hueco con la follada previa. Ese cabroncete no paraba de gritar cada vez que tenía la polla dentro y estaba despertando a todos los vecinos.
Qué buena putita era. Su ceño fruncido al meterle rabo se relajaba al sacarlo. Se dejaba hacer de todo. Gianni se acercó a su boca y le metió un salivazo que el americano aceptó de buena gana tragándose todas sus babas. Como para no hacerlo, teniendo una gruesa pollaza reventándote de gusto.
Tener al semental cara a cara le hizo ver las cosas de forma distinta. Follado por detrás se había hecho el valiente, incitando a que le metiera la polla hasta los huevos y le robara el culo como un ladrón, pero al ver ese cuerpazo musculoso y potente penetrando dentro de su cuerpo, Joel no pudo resistir las ganas y se soltó un buen lechal encima pajeándose, cubriendo los pelos de los alrededores de su ombligo de lechecita blanca y bien espesa entre gemidos, gritos y espasmos mezlcados con el gusto de tener el culete relleno de polla.
Se quedó bien a gusto el cabrón. Gianni acercó la polla a su jeta y se pajeó encima. El enorme pito metió una descarga de lefa a presión que salió disparada con un buen chorrazo sobre la cama, dejando los restos en la barba y la boca de Joel, que sin saber por dónde le venían las hostias, abrió la boca a tope para cazar. No había necesidad. Se relajó cuando su carita empezó a sentir la ducha blanca, montones de lefazos calentitos cubriendo su vello facial y posándose en su lengua, colándose por su boca.
Recién corrido, Gianni volvió a escupir desde arriba metiendo un certero salivazo en la boca de Joel, mezclándolo con su semen y ladeando la bocaza de ese mamón para hacerle tragar su pepito ahora relleno de nata. Bajó a relamerle los pelos de la barba recogiendo su lefa y se la escupió dentro de la boca para que ese puto cerdaco se la saborease bien.