El entrenador personal Jay Landford penetra el impresionante culazo de Riley Mitchel en el gym | Raging Stallion
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Había tres motivos por los que Riley Mitchel iba de buena gana al gym todos los días de la semana de lunes a sábado sin faltar ni uno: Ponerse buenorro cultivando el cuerpo y así poder triunfar por las noches, ver al gorilón de su entrenador personal, Jay Landford, un tiarrón tan grande como una puerta que era puro músculo con el que también a menudo soñaba por las noches y poder documentar todo eso para sus seguidores a través de las redes sociales para ganarse un buen like.
El esfuerzo se le hacía más llevadero levantando varios kilos a sus espaldas cuando tenía enfrente a Jay. Pectorales grandes, prominentes y peludos, fuertes brazos. Estaba deseando poder coincidir con él en las duchas para ver si la polla la tenía a la altura de ese cuerpazo de guerrero. De momento se conformaba con imaginar, esconder el empalmamiento que llevaba encima y cerrar los ojos en la ducha, enjabonándose bien los dedos y metiéndoselos por el culo.
Llegó un nuevo mes y Riley le dijo a su entrenador personal que necesitaba trabajar glúteos. No se cortó un pelo al contarle sus intenciones: tener un buen culazo en el que los tios se fijasen y que diese la talla en la cama. Buena dieta y muchos ejercicios de sentadillas dieron sus resultados, aunque Jay no sería un buen entrenador si no los comprobase por sí mismo, así que destapó el culazo de Riley, se lo cacheó con las manos para comprobar que estaba bien robusto y le clavó toda la polla dentro para medir el grado de fortaleza de ese traga pollas que había creado.
Un poquito más de ejercicio para tonificar, haciendo sentadillas sobre la polla antes de plantarse a cuatro patas sobre la banqueta. Dios, cómo se le meneaban al cabrón la polla y los huevos entre las piernas mientras Jay le metía unos buenos pollazos por el culo. Riley se emocionó tanto mirando a su entrenador follándole el trasero, que se hizo un pajote y se metió una buena lluvia de lefa encima.