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El cazador cazado termina follado a pelo por un pollón morenote del caribe | Latin Leche

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El jamaicano tenía mirada de viciosillo y parece que se había confundido de agencia al ponerse en contacto para hacer el casting de sexo. Parece que pretendía encontrarse una rubia con un buen par de tetas donde hundir su rabo para empezar, pero el cazador ya se encargó de dejarle claro que ese lugar era sólo para hombres y que aquello era para tocar y chupar cosas de hombres. Si no le entendía con palabras, lo haría con gestos.

Un poco contrariado, pero dejándose hacer por dinero, por primera vez la manol de otro tio empezaba a acariciarle lugares demasiado íntimos. Primero el muslo, después el paquete bien sobado, el torso y de nuevo al paquete. Las palabras «más dinero» hacían maravillas y el cámara acercó a su propio paquete la manaza grande del chavalote.

No había hombre, del lugar más remoto del planeta, al que no le gustara que le tocaran la polla. La del jamaicano era conforme a lo esperado viendo su constitución física, de las que caían por su peso al soltarlas y colgaban majestuosas entre las piernas. El cámara la agarró y la pajeó todavía morcillona con la intención de dejarla bien dura.

Le animó a chuparle la pija y los huevos y entonces ocurrió algo que no estaba previsto. Cuando se suponía que tenía que ponerlo a cuatro patas y reventarle el culo a pelo, la textura de ese pollón moreno y notar cómo se iba poniendo durísimo y creciendo a lo largo sin medida entre sus manos, hizo que el cazador sucumbiese a los encantos del jamaicano y terminase sentado sobre sus piernas empalado por esa increíble vara.

Dejó la cámara sobre el sofá y saltó como un vaquero. El enorme rabo húmedo se hundía dentro de su ojete a un ritmo endiablado, el que él mismo imponía con sus saltos. Ante la visión de ese tio de cuerpo atlético y moreno, se cascó una paja y le dejó su blanca leche decorando su oscuro torso. Un lefazo que impactaba en su cuello y resbalaba, otro directo al esternón, mecos que caían como goterones sobre su brazo. Una auténtica orgía de leche.

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