Lucio Saints estaba tomando una copa con los colegas cuando ese striper salió al escenario. Era tan jodidamente atractivo y estaba tan bueno, con el torso desnudo, los tirantes remarcando sus fuertes pectorales, sus biceps y su tableta de chocolate, que sin querer se derramó la bebida en la camiseta. Uno de los camareros se ofreció a llevarle a los baños vip para no tener que hacer cola en los otros.
Mientras se limpiaba y se quitaba la camiseta, escuchó cómo la música paraba allí fuera. Escuchó unos pasos y voces. Abrió la rendija de la puerta del baño que daba justo enfrente del camerino de los chicos y allí estaba él, Kris de Fabio, imponente, igual que le había visto en el escenario solo que ahora mucho más cerca. Estaba colocándose de nuevo los tirantes, señal de que se había perdido cómo se los quitaba. Lucio se miró la entrepierna. La cabrona de su polla le pedía guerra.
Esperó a que los compañeros de Kris, que en ese momento salían en grupo a escena, le dejaran a solas e irrumpió en la habitación. De haber sido otro el que entrase dando empujones, Kris lo habría echado a patadas, pero cómo resistirse a ese pedazo de macho que había penetrado en sus aposentos, tan varonil. No pudo evitar dirigir la mirada a su entrepierna, donde una mancuerna enorme se marcaba empitonada hacia un lado, luchando por salir por uno de los bolsillos.
Lucio se dio cuenta enseguida y se metió una buena agarrada a la polla, remarcando aún más sus atributos. Después le rebozó la cebolleta al chaval por encima del paquete que a él también estaba empezando a ponérsele a tono y también aprovechó para agarrárselo por encima. Los flechazos como ese le ponían cachondo y sacaban de él al animal que llevaba dentro.
Se lo hubiera comido enterito, pero no sabía bien por dónde empezar. Le cogió en brazos elevándole el culo y le pegó un morreo, le desnudó de cintura para abajo descubriendo su polla dura y le dio unas palmadas fuertes al rabo haciéndolo rebotar antes de sacarse su enorme, gorda y gigantesca verga morenita y demostrarle quién la tenía más grande.
Una lucha de espadas entre caballeros, una pajilla entre colegas, uniendo las dos pollas pajeadas con una mano al unísono. Lucio obligó al chaval a ponerse de rodillas y le hizo implorar por su polla. Le agarró por los pelos de la cabeza, se la echó hacia atrás, le hizo abrir la boquita, le dio unos toquecitos con el rabo sobre la lengua y le posó el cipote dentro de la boca para que empezase a comer.
Le agarró la cabeza por detrás como si fuera un balón, presionó fuerte y vio cómo su polla se iba metiendo centímetro a centímetro desapareciendo dentro de su boca. Cuando notó el raspado de la barbita de ese mamón en los huevos, a Lucio se le pusieron los ojos en blanco del gustazo. Le encantaba sentir su polla bien apretada y qué mejor lugar que una acogedora garganta profunda.
Casi de la misma altura pero con caída diferente de rabos por su consistencia y tamaño, cuando volvió a ponerñlo en pie, el pollón de Lucio se coló entre las piernas de Kris, rozando la parte baja de sus nalgas y sus pelotas. Bien ocupado, Lucio lo puso a cuatro patas sobre la cama, se agarró su polla con la mano derecha pajeándosela, metió la otra entre las piernas del chaval granjeándole otra paja y empezó a comerle el ojete.
Mientras estaba en el baño, seguramente se había perdido un buen espectáculo, pero ni de lejos como el que estaba disfrutando ahora. Exploró su agujerito con un dedo. Entraba super ajustado y se le resistía. No quería ni imaginar lo bien que se lo pasaría intentando meterle la pollaza. A su lado, lo de la mamada a garganta profunda se iba a quedar corto.
Se colocó detrás de él de rodillas, le metió un escupitajo en el ojal y le insertó lentamente el cipote, sin condón. Ahí lo tuvo unos segundos hasta que se le cruzaron los cables y le asesinó el culo con un certero pollazo profundo a pelo. Era lo mejor, sin pensárselo. A Kris no le quedó más remedio que tragar polla a la fuerza, pero lo agradeció, antes que pasar por el miedo de sentir cómo algo grande y enorme se apropia de tu cuerpo lentamente.
Se gozó ese culazo grandote y redondito con su polla que entraba como la seda. Hasta pensó en cogerlo y llevarelo en volandas de nuevo al escenario, así con su rabo dentro. A ver entonces qué preferían los espectadores, si un grupo de maromos bailando, meneando el rabo morcillón entre las piernas o una buena follada sin condón entre machos.
No, prefería tenerlo para él solito, pinchándolo por detrás con su firme y grandioso sable. Se tumbó en la cama boca arriba, flexionó las piernas y le dijo a Kris que se sentase encima. El tio se clavó la polla dentro y se quedó en volandas, con el culazo y la espalda apoyados en sus abdominales y los pies apoyados en sus rodillas, mientras Lucio le metía una buena clavada desde abajo perforándole el agujero.
Kris estaba en la gloria, con el culo pelado. Miraba hacia abajo, veía un pollón negro invadiendo sus entrañas, el movimiento gracioso de unas buenas bolas y echaba la cabeza hacia atrás, sonriendo como un demente en la ensoñación de sus propias locuras.
Demasiado tiempo habían follado a espaldas uno del otro, quizá intentando evitar el contacto visual que les hubiera puesto más cachondos y hubiera impedido retener el caldo de los cojones, pero finalmete se arriesgaron. Kris tomó las riendas. Hizo el avioncito sobre la verga de Lucio, se colocó frente a él y empezó a masturbarle la polla con el culo saltando encima. Después Lucio le puso sobre la cama y se lo folló abriéndole de piernas.
Firme, marcando cada músculo de su cuerpo, metiendo rabo, Lucio no paró de rebanarle el culazo, manteniendo la mirada al chaval. A Kris le vino tan grande todo ese cúmulo de sensaciones que se dejó la leche encima.
En todo espectáculo que se precie, una estrella no puede dejar que sus fans se vayan sin autógrafo. En esta ocasión iba a ser el fan el que dejase un buen autógrafo a la estrella. Lucio se acercó a la jeta del chaval pajeándose con fuerza. Con una mano le agarró con cariño la cabeza por debajo, elevándosela un poco. Kris abrió la boca, sacó la lengua y Lucio se deshizo de amor metiéndole dentro los lefotes blancos, espesos y lechosos.
Lucio miró la boca del chaval. Su semen se mezclaba con la saliva ahí dentro. Caldo de cultivo. Todavía borracho por la corrida que aababa de meterle y con esas ganas de besar que entran cuando acabas de cascarte la polla, no s ele ocurrió nada mejor que bajar a meterle un morreo para emparse los labios con su propio esperma. Dulce y calentito, se lo pasaron de boca en boca como dos cerdacos, juntando los morros, sintiendo cómo el semen se hacía bola y pegamento entre los pelos de sus barbas.