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Viktor Rom descubre la esencia X de la Navidad follándose a pelo y dando rabo a Dani Robles, Leo Bulgari, GiannyXL y Aaron Mark

La Esencia X de la Navidad

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No daba a basto con las putas bolsas en el patio, todas llenas de adornos y regalos de Navidad como para que ahora un vendedor ambulante le estuviera tratando de meter por los ojos una jodida esencia que decía podía aumentar su apetito sexual. Viktor Rom, que era buena persona y todavía conservaba el espíritu navideño, le invitó a seguirle hasta su casa para poder pagarle unas monedas, que ahora tenía las dos manos ocupadas y no podía sacarse nada del bolsillo, aunque fuera sólo para quitárselo de encima.

No contó con que Leo Bulgari iba a intentar hacer ese trabajo por él. Vio cómo el chaval le metió la mano por el bolsillo, el muy atrevido, y encima se quedó con ella dentro sobándole el rabo, que casualmente tenía calzado hacia ese lado. Se quedaron unos segundos que parecieron eternos allí de pie, Viktor agradeciendo que se la tocaran y Leo con la boca abierta, intentando asimilar el enorme tamaño de lo que estaba palpando.

El chico sacó la mano del bolsillo y se mostró entre complacido y avergonzado por sus actos, así que Viktor volvió a proponerle ir casita para pagarle, porque después de sobársela, quizá si se merecía una paga. Ya dentro del recibidor, cogió la vela, se la acercó a las fosas nasales y aspiró. Algo ocurrió. Pompas de jabón, los colores del arco iris, unicornios, una hilera de culitos apretados sólo para él, rabos. Qué le había hecho ese cabrón. Ahora sentía una especial atracción por el sexo masculino, él, que tenía novia y estaba a punto de casarse.

Pero la atracción era mayor a cada segundo que pasaba. Agarró del cinturón de los vaqueros al chaval y se lo metió dentro de casa, le puso mirando contra la pared, le bajó los pantalones y amasó su tierno culito, separando sus nalgas con las manos, descubriendo con la yema del dedo lo suave y caliente que tenía el ojete. Le dio la vuelta y le empujó de los hombros para hacer que se agachara.

Delante de su jeta se bajó los vaqueros y le enseñó lo que momentos antes había estado tocando, un pollón enorme, largo, gordo, morenote. El sexo de un macho. El granuja se la metió dentro de la boca y le pegó un bocado intentando chuparla. El rabo era más grande que su boca, así que daba gusto ver cómo se la chupaba, haciendo el esfuerzo por abrirla de par en par para poder catarla y darle cariño.

Ay esos ojitos color avellana, tan brillantes y hermosos a la luz cálida de la bombilla del salón. Le agarró la cabeza a dos manos y le obligó a tragársela entera haciéndole una garganta profunda. El puto cerdo sabía apreciar un buen pollón. Le pegó un mordisco, se paseó el rabaco por toda la jeta disfrutando del tacto caliente del pene sobre su frente, su nariz y sus mejillas.

Ahora venía lo bueno. Si Leo todavía no se había sentado sobre las piernas de Santa para pedir sus regalos de Navidad, Viktor le iba a dejar hacerlo. Le dio la vuelta y le hizo sentarse sobre sus piernas y le clavó la polla a pelo por el culo. Joder, esperaba que lo tuviera apretadísimo, tanto como para querer correrse de primeras, pero qué va, ese chulo era un pedazo de cabrón que tragaba como una tubería.

Culo viene culo va. Viktor se lo agarró a dos manos y empezó a subirlo y bajarlo, viendo cómo su polla entraba y salía de esa raja. Le desnudó y le dio por culo poniéndolo de rodillas en el sofá, mirando los dos hacia un espejo en el que se reflejaban follando como perros. La polla dura y gorda penetrando su culo sin condón. Viktor nutriendo el punto de follada con su saliva, escupiendo desde arriba. Leo agarrándose fuerte a la pared, empañando el cristal con el vaho de su aliento.

Le cogió en volandas y le hizo hombre. Seguro que a un tio de la calle como a él no le importaría recibir una buena descarga. Viktor se permitió la licencia de preñarle por dentro. Al sacar la polla, el semen recorrió sus muslos. Viktor recogió un poco con la mano y se lo dio a probar. Después de eso, el chico agarró sus pertenencias y salió por patas, desnudo al patio. No pasó desapercibido para los vecinos de que la casa de la que salía era la de Viktor.

Sonó el timbre. Era el pizzero. No recordaba haber pedido nada. Parecía como si ese día todo el mundo quisiera la paga de Navidad. Hizo esperar a GiannyXL en la puerta para ir al recibidor a por un billete. De nuevo aspiró el aroma de la vela mágica. Otra vez colores y unicornios. Al volver con el pizzero, se lo encontró esperando, dando un paseo por el patio, haciendo tiempo. Se fijó en lo apretado de sus vaqueros y lo bien que dibujaban la forma de su culazo. Igual que había hechjo con el vendedor ambulante, cogió al pizzero de la cintura de los pantalones y lo metió en casa.

Esa gorrita, esa barba, esa cara de machote irresistible. Con GiannyXL era todo más de igual a igual, de la misma estatura y corpulencia. En cuanto Viktor se bajó los pantalones y el tio notó la pirula rozándole, bajó a mamársela. Viktor quería su culo con especiales ganas. Le dio la vuelta, le bajó los vaqueros y le puso mirando hacia la pared, comiéndole toda la raja mientras el muy cerdo se masturbaba.

Volvió a ponerse a comer rabo. Le quitó la sudadera. Joder con el chulo, no estaba nada mal. Tenía un buen torso, musculado, varonil, con unos buenos pectorales. GiannyXL se puso la visera de la gorrita hacia atrás para que no le molestara a la hora de chupar polla. Viktor había preparado la mesa central del salón para poner el nacimiento y la llegada de los reyes, pero le dio mejor uso, tumbando en ella a ese machote, completamente desnudo, abriéndole de piernas e introduciéndose dentro de él con su verga, haciéndole el amor y pegándole un buen morreo.

De rodillas sobre esa mesa las vistas eran espectaculares. A Viktor no le quedó más remedio que volver a devorarle el culito mientras le pasaba la polla y los huevos entre los muslos y le hacía una buena paja. Iba a joderle pero bien cuando el tio se giró y dejó claro que era más de pajeo o que en ese momento era lo que más le apetecía. GiannyXL sabía bien lo que se hacía. Daba mucho morbo pajearse juntitos, juntar las pollas calientes y duras, magrearlas a la vez dándoles cariño.

Terminarona a pajas, posando sus culos desnudos sobre la mesa. GiannyXL se excitó y se corrió encima lanzando un buen chorrazo blanco y espeso hacia su hombro y el biceps de su musculoso brazo izquierdo. La leche blanquita en los pelitos de su pectoral. Viktor lanzó a tiro limpio hacia el mismo lado, llevándose por delante a GiannyXL, al que vistió el otro pectoral de blanco.

Otro tio que salió por patas, desnudo, con la ropa en las manos. El que faltaba, no sólo no llamó a la puerta, sino que se coló en la casa porque el pizzero se la había dejado abierta. El sacerdote Aaron Mark llegó intentando vender la palabra de su biblia. Al intentar sacarlo fuera y pasar por el recibidor, Viktor volvió a aspirar la esencia de la sexualidad y sorprendió a monseñor acercando los labios a su boca.

Al principio padre intentó rechazarle, poniendo cara de asco y haciendo muecas. Viktor intentó comunicarle lo que sentía. Él, que pronto iba a ser un hombre casado con una mujer, de repente no sabía lo que le sucedía, le apetecía follar con todos los hombres que se cruzaban en su camino. Agua bendita, un exorcismo, lo que fuera, pero que se lo sacase de dentro.

Lo que Viktor sacó de nuevo a pasear fue su polla, que hizo agacharse al mismísimo cura para chupársela. Y joder qué tragón era. Al ver la pirula morena y larga colgando entre sus piernas, no pudo resistir la tentación y pecó como hizo Eva con la manzana en su día. Y cómo pecó el colega, reiteradamente y con alevosía. Nada de un mordisquito, se la tragó entera, introduciéndola toda dura por su garganta.

Menuda comida le hizo, tan buena que llegó un momento en que Viktor cerró los ojos y se puso cachodo escuchando los sonidos guturales que hacía monseñor cada vez que el rabo penetraba más allá de su campanilla. Le hizo subir unos peldaños las escaleras, los suficientes como para tener su culo a tiro y reventarle por detrás, jodiéndole con el palo duro, estampándole sus cojonazos de todo en todo el pandero cada vez que se la metía.

Rezaron juntos, al lado del árbol de Navidad. Hizo agacharse a padre, se pajeó frente a su cara y se corrió encima, mojándole la sotana roja con su semilla. Al cerrar los ojos y volver a abrirlos, el cura había desaparecido de repente. Pero había una realidad y es que estaba con los pantalones bajados, sentía de verdad que se había corrido pero no había leche en los pantalones ni en el suelo, así que su semen debía estar en alguna parte. Fuera o no real, que se le pusiera dura, sólo significaba una cosa: le gustaban los tios.

Por si éramos pocos, parió la abuela. Llamaron de nuevo a la puerta. Ahora fue Viktor el que se quedó con la boca abierta al ver allí plantado a un chulazo tremendo, alto, fornido, guapísimo, con barbita, tan atractivo que entraban ganas de llevárselo al altar sin pensárselo. Al altar y meterlo rápido en la cama para gozar de él. Dani Robles era el fontanero y había ido a arreglarle las tuberías, las del fregadero.

Esta vez, Viktor notó algo distinto. Sin ayuda de la vela, al ver a ese tiarrón, se le estaba poniendo ya dura. Qué brazos, qué biceps, qué buenorro estaba. Pero ahora, sin venir a cuento, tenía algo de vergüenza de tirarle los tejos. Necesitaba una ayudita dle más allá. Acudió al recibidor, inspiró el embriagador aroma de la esencia y obtuvo el valor que necesitaba.

Se acercó a Dani que estaba de rodillas. Viktor se acordó de lo mucho que disfrutaba viendo la hucha a los tios cuando se agachaban. Dani llevaba el mono bien ajustado, pero ya se encargó él de bajarle la gomita y descubrir esa raja. Le gustó tanto ese culazo grandote, blanquito y tatuado, algo peludito, que siguió bajando hasta descubrírlselo por completo, con los huevos entre los muslos haciendo acto de presencia.

Piropeó su tremendo pandero y el fontanero se sintió agradecido. Definitivamente, después de esa, Viktor no se casaba ni de coña, porque con Dani estaba a pnto de descubrir lo que realmente le gustaba. No veía le momento de comerle el culo, pero es que las vistas de ese trasero eran tan bonitas que necesitó su tiempo para contemplarlo.

El fontanero terminó desnudo en la cocina, se dio la vuelta y bajó a chuparle la minga a Viktor, que la tenía bien dura. No podía creerlo, ese chulazo a sus pies, comiendo de su rabo, tan apetitoso, con esa cara de vicio, raspándole el pene con los pelillos del bigote, acariciándole los cojones con la barba, ese torso peludo y viril acercándose y alejándose de sus muslos cada vez que se la comía.

Le levantó, le puso mirando a este contra el fregadero y se lo folló por detrás. La sonrisa de Viktor lo decía todo. Machacar a ese tio por la retaguardia era como una recompensa. Tan alto, tan fuerte, tan tiarrón. Y su polla por supuesto a la altura de las circunstancias, porque un tio así de alto y grandote era lo que se merecía. Las nalgas meciéndose duritas como flanes cada vez que le arreaba duro con las caderas y le metía el rabo a fondo.

Acabaron por el suelo, ese tio cabalgándole, insertado en su grandísima polla, abrazado a su cuello, a su cabeza, sintiendo cómo todo el amor le inundaba el ano. Le dio por culo a cuatro patas y le preñó por dentro. El cabrón cagó leche y una hilera se le quedó colgando calentita y espesa por los pelitos del agujero del culo. Más le valiera que se largara porque su prometida estaba metiendo ya las llaves por la cerradura de la puerta.

Lo siguiente que ocurrió puso más en jaque la mente de Viktor. Al correr hacia la puerta para ir a recibirla, se le metió por las napias la esencia de la vela. Su chica Domina Ghalia en la cama, vestida de cuero rojo. Una viuda de negro con la cara tapada. Un dildo multicolor, como el cuerno de un unicornio. La viuda espatarrada sobre la cama, tenía rabo y huevos y una buena pelambrera negra en la base. Viktor corriéndose sobre su cara bañándosela de leche, mientras su chica se la follaba con el cuerno multicolor. De puta a monja, su chica convertida en una tímida oficinista, rodeada de un montón de hombres que querían darle rabo, entre los cuales estaba él, todos zarandeando sus pollas largas y grandes y ella esnifándolas, deseando comerse todas esas trancas.

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