Tomas Brand empotra sin condón el culazo de Max Adonis | Lucas Entertainment

Screwing On The Sly

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Sentía que se iba a correr como un primerizo delante de los ojos de su nuevo daddy. Max Adonis estaba pinchado en su gorda y enorme polla, sin poder escapar. Tomas Brand lo tenía tan bien amarrado, sentado sobre sus fuertes y musculosas piernas y a la vez apretando fuerte su puño en torno a su pito duro, que apenas podía moverse y lo poco que podía hacerlo, intentando mover sus caderas, le daba un gusto indescriptible, con la polla de Tomas hundiéndose o saliendo apenas un centímetro del interior de su culo y esa mano fuerte y quieta que, a poco que se moviera, la iba a dejar llena de leche.

Con la misma mano con la que le tenía agarrado el pito, le calló la boca para que no gimiese tan alto. A Max le encantó, sentir su tacto calentito, una manaza grandota como a él le gustaban, con olor a su propio rabo, con olor a hombre. Siguió gimiendo y se llevó una buena hostia, pero hasta eso le gustó. Le encantaba que un daddy así de buenorro lo tratara como la puta que estaba hecha.

Los dos de rodillas en el sofá, Tomas se puso detrás y le dio por culo empalándole toda esa enorme polla sin condón. Max volvió a gemir en alto, dejándose llevar por los sentimientos que le provocaban tener un macho así de fornido petándole el culo y una vez más vio cómo una mano grande recubría su boca. Esta vez se calló, por su propio bien, escuchando los gruñidos de Tomas en su oreja, notando cómo se la mordía con los dientes.

Si mamá se enteraba de que su padrastro se lo follaba así todos los días, se acabaría la diversión, así que se portó como un niño bueno. Después de mirar a los ojos de ese empotrador cabronazo, la rabia que ponía follándose el agujero y lo bueno que estaba desnudo, sudado, con todos los músculos en tensión gozando de su culo, Max no quería otra cosa.

Le encantaba correrse para él mientras lo miraba a pleno rendimiento, que lo viera, que viera cómo expulsaba la leche encima por su culpa. Poco después, Tomas siempre le avisaba cuando iba a correrse y él se arrodillaba poniendo su carita muy cerca de esa gordísima polla, sintiendo los lechazos en sus mejillas, con la leche pringando de su barbita, saboreando con la lengua las últimas gotitas de miel.

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