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Bo Sinn penetra el culito de Daniel Hausser sin condón con su gigantesca pollaza y se corre dentro de él | BROMO

Bitch Boy

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El pequeño Daniel Hausser siempre creyó que era imposible correrse sin tocarse a no ser que fuera en la cama teniendo un sueño húmedo, pero cuando despertó esa mañana y se encontró a su compi de piso Bo Sinn tirado en el sofá, completamente desnudo, con esa pintaza de emportador que tenía, musculoso, cuerpazo, tatuado, la polla enorme y flácida que le colgaba entre las piernas, tan larga que casi tocaba el sofá, apoyada sobre unos buenos huevazos, se le puso el pito tan duro que al menos un poco de precum mojó la huevera de sus calzones.

Bajó las escaleras sin hacer ruido con la intención de coger los gayumbos que el cabrón se había dejado tirados en el suelo. Le encantaba que entrara por la puerta y empezara a quitarse la ropa. Al fin y al cabo esa era la guarida de dos tios y ni de coña Bo había imaginado que a su compi le tiraban los rabos, ni se había detenido a ver la cara de Dani cuando se quedaba por la casa en gayumbos enseñando un buen paquetón o la de veces que la puerta del baño aparecía misteriosamente entreabierta cuando salía de la ducha.

Dani cogió los calzones y lo primero que hizo fue esnifar el aroma de la huevera. El irresistible olor a polla se le metió por las fosas nasales y notó cómo su estrecho culito empezaba a dilatar. Como un niño con su regalo, subió a su habitación y siguió esnifando mientras se vestía de lencería, imaginando que era una de esas pibitas que Bo se traía a casa y que no paraban de gemir mientras se las follaba como un puto animal.

Debería haber cerrado la puerta. Bo despertó y fue en busca de sus calzones. Menudo espectáculo el que se encontró al mirar en la planta de arriba, su jovencito compañero de piso de rodillas frente a la cama, vestido con lencería femenina y oliendo su prenda más íntima. Dani se volvió asustado y lo que vio le dejó completamente desarmado. El tiarrón de Bo ahí de pie, en bolas, con el jodido y bestial rabo colgándole y meciéndose entre sus piernas.

No pudo resistirse. Dani se dio media vuelta, le agarró el pollón con la mano y empezó a mamar con muchas ganas. Bo puso las manos detrás de la espalda y dejó que ese chavalín disfrutase de su gigantesca verga. Total, iba a empezar como cada mañana haciéndose una paja en la ducha, pues así ya se la daban servida y en bandeja. No contaba con que precisamente el pequeño Dani iba a ser, de entre las tias y los tios con los que había gozado en la cama, el primero que iba a lograr tragarse su pollaza de casi treinta centímetros enterita hasta los huevos.

Joder, qué preciosidad su gorda y larga tranca en manos de ese chavalín tan pequeño, surcando sus labios, penetrando su boca hambrienta de polla. Metérsela por el culo sin condón fue igual de espectacular. Parecía increíble, casi magia, ver cómo algo tan grande se metía por un agujero tan sumamente estrecho. Pero vaya que si tragaba el pequeño cabroncete, como si estuviera acostumbrado a comerse una de esas al día.

Se lo folló como a una buena puta y estaba tan cómodo dentro de ese precioso agujerito con tacto sedoso, que se corrió dentro de su culo dejándole una buena preñada. Le sacó el rabo enorme y mojado, todavía soltando lefa por el cipote. De tanto meter y sacar, le había dejado un agujero negro, un hueco que tardaría días en cerrarse. Dani hizo fuerza con el esfínter, dejando a la vista un pedazo rosetón por el que rezumaba toda la leche que le había metido dentro.

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