La goma elástica violeta de los calzones se ajustaba perfectamente por debajo de sus nalgas y realzaba su precioso culito de melocotón. Viktor Rom se acercó al chaval que dormitaba bocabajo empoderado, tocándose la minga morcillona que poco a poco estaba empezando a inclinarse hacia arriba, creciendo a lo largo y también a lo ancho.
Mordiéndose los labios de rabia, agarró los cachetes con ambas manos dándoles una buena hostia consiguiendo despertar a David Chacon. Hundió los morros en su suave y tersa rajita, sacó la lengua todo lo que pudo de la boca y con ella comenzó a buscar el orificio de entrada.
Cuando lo encontró, se comportó como un puto animal, acoplando los labios en torno al ojete, haciéndole el vacío, escupiendo encima, metiendo la lengua como si se lo estuviera follando allí mismo. Casi por instinto, David dobló las rodillas y empinó el culete. Cuando miró hacia atrás para ver qué coño estaba haciendo ese cabrón entre sus nalgas, Viktor aprovechó para enseñarle la tremenda verga que tenía después para él. David la vio y sonrió de puro vicio.
Para cuando terminó con su trasero, Viktor se puso de pie y mostró todo su poderío. La tranca antes morcillona y endeble colgando y meciéndose entre sus piernas, había dado paso a un robusto árbol con un tronco gordísimo inclinado hacia el chaval, que en ese momento se daba la vuelta en la cama paasándose la lengua por los labios para humedecerlos mientras no apartaba la mirada de la gigantesca polla.
Gateó por la cama y un metro antes de llegar al pijote sacó la lengua. Lo primero que hizo fue atrapar con ella el gordísimo cipotón. Soltó un bufido reconociendo que aquello era demasiado, como el que tiene un plato de comida que le encanta pero reconoce que es demasiada cantidad. Se arrodilló ante su macho, le cogió la polla con la mano y empezó a comer.
Un pollón con tropezones, venoso, masculino y varonil, con unas pelotas enormes y rugosas colgando. David salivaba ya sólo con ver el panorama. Viktor le agarró por el cogote y le folló la boca, metiéndole la verga enterita hasta las trancas, dejando que sus preciosas bolas se meneasen imponentes entre sus piernas golpeando la barbilla del chaval.
Le entró una puta arcada, obligada, cuando la polla entró hasta el fondo y penetró su garganta. Con los ojos llorosos, se la sacó de la boca y tomó aire masturbándola, deslizando su manita por sus propias babas y amando el cipote a boca llena. La saliva ya le caía por la barbilla cuando levantó la polla para comerle todos los huevos.
Esa exquisita polla de macho estaba hecha para comerla así, a trangullones, cabeceando como un puto cabrón hasta atragantarse, tomando un respiro alimentándose con los pedazo huevos colgantes y una vez más volver a la carga obligándose a llorar un poquito más. En cuanto los labios de David traspasaban la frontera de la mitad de la polla, Viktor estaba al quite, volviéndole a agarrar por el cogote y empujando la cabeza hacia su cuerpo para que se la tragase entera.
Algo tenía clarísimo Viktor y es que con ese culazo no iba a usar condón. No hizo falta que se lo dijera a David de palabra. Lo hizo con sus actos. Volvió a hundir los morros en su raja y se la dejó preparadita, mojada y resbaladiza con sus babas, perfecta para hacer resbalar su enorme polla entre sus nalgas.
Lo hizo agarrándose el mango con la mano, doblando las rodillas hasta alcanzar la altura a la que estaba el culo del chaval. Plantó el cipote en el agujero, se apoyó con cada mano en la cama, una a cada lado de David y empujó lento pero seguro penetrando a pelo el ojete, con la polla hinchada y dura viendo cómo ese culete de piel de melocotón acogía su miembro.
A cada centímetro que le metía, el cabrón no paraba de gemir al compás. Viktor sacaba ese centímetro y después le metía otro de más. Tenía muchos para meterle antes de acoplar los huevos. A David le flaqueaban las piernas con algo tan gordo penetrándole el orificio. Viktor dobló un poco más las rodillas para acoplarse de nuevo a su altura y le levantó el culo con la polla bien metida dentro.
Se la sacó y vio la hendidura que le había hecho en su precioso culo. Por sus cojones que se la iba a tragar entera, Viktor agarró un bote de lubricante y lo escanció como si fuera sidra echando una cantidad ingente sobre la raja. David se echó una mano al culete y usó el lubricante para metérselo por el ojete, aprovechando lo que le quedaba en la mano para coger a Viktor por la polla, lubricársela y empujarla hacia su agujero.
Viktor volvió a hundir el rabo, pero esta vez no sacó ni un puto centímetro, fue a por todas penetrando el culo hasta que sintió la piel de melocotón de los cachetes rozando con sus pelotas. Se tumbó encima del chaval, lo agarró por el cuello con el brazo y le destrozó el culo a pollazos, metiéndola con rabia, gritándole guarradas, follándoselo sobre la cama como un animal.
Tras ese momento de locura transitoria, Viktor dejó la polla dentro unos segundos pensando su próximo movimiento. Agarró al chaval y se dieron la vuelta, dejándolo ahora encima de su cuerpo, dándole una clase de wrestling de altura. David separó su espalda del cuerpo de Viktor apoyando la smanos sobre la cama y comenzó a saltar sobre la verga que tenía clavada dentro de su culo.
Ya se había quitado los calzones y la picha dura y larga le rebotaba encima. Menudo tronco se estaba metiendo. Brillante, morenote, robusto, tan grueso como un brazo. Viktor le agarraba suavemente por las caderas, porque el chaval saltaba solito, gritándole guarradas que le animaban a hacer de todo. «Traga polla, traga polla, come«, le profería. Ahora sí Viktor apretó al chaval fuerte por las caderas, se las bajó y le hizo sentarse en la polla hasta los huevos.
David se inclinó hacia adelante y siguió masturbando el enorme pollón con su culo. El rabo seguía bamboleándose entre sus piernas completamente duro, esta vez de arriba a abajo, golpeando las pelotas y la entrepierna de Viktor, que sintió cómo una pija larga y caliente le azotaba lentre los muslos.
Sin sacarse el tronco del culo, David hizo el avioncito sobre Viktor y se puso frente a él. Volvió a saltar encima jodiéndole la polla, mientras ahora la suya rebotaba sobre el cuerpazo de ese macho. Viktor, que quería verla rebotar a su gusto, plantó los pies en el colchón, dobló las rodillas y le dio por culo desde abajo.
Por primera vez en varios minutos, David tomó un respiro sin la polla dentro. Podía sentir que algo había cambiado entre sus piernas, algo que tardaría varios días en recobrar la normalidad. Se tumbó de lado sobre la cama. Viktor le abrazó fuerte y le penetró por detrás, empujando con fuerza su poderosa polla dentro de su ojete.
A cabrón no le ganaba nadie. En cuanto tenía un culazo hecho a su medida, apretadito pero ahora abierto mostrando el inconfundible diámetro de su gorda polla, le encantaba hacer perrerías. Puso a David a cuatro patas, le metió la polla por detrás y se fue girando hasta que sus cuerpos quedaron mirando en direcciones distintas, unidos por el culo y la polla.
De esta guisa le penetró a fondo y con la cacho pollaza que tenía, metiéndose en dirección contraria dentro del cuerpo del chaval, le metió un inolvidable masaje en la próstata de los que te hacían correrte sin manos. Cuando David se dio la vuelta para volver a montar sobre la tranca, Viktor notó que el chaval había dejado sobre la colcha un poso de precum.
Se lo folló de pie a la luz que se colaba por las cortinas cerca de la ventana. Su polla entraba ya como la seda, así que se tuvo que buscar la forma de que volviera a quedar la mar de apretadita. Encontró la postura perfecta. David se hizo un ovillo sobre la cama juntando bien las piernas. La polla y los huevos le quedaba apretados entre los muslos. Viktor le calzó el rabo a pelo consiguiendo su propósito.
A medida que se lo follaba, David relajaba las piernas. Con ellas bajaba su polla, apresada entre sus muslos, un poco más, hasta que hizo contacto con la pierna de Viktor. David regresó a la postura que más le había gustado, dando la espalda a Viktor, saltando sobre su gordo tronco. Se agarró el pijote y se corrió encima.
Viktor hizo lo propio, teniendo claro dónde quería correrse. Puso a cuatro patas a David y volvió a penetrarle ese culazo de melocotón con su inmensa y lujuriosa polla. Fue a saco, sin descanso, jurándose que no iba a parar hasta que el gusto de la corrida le renaciera de las pelotas. Y llegó. Sacó la polla del interior del culo, se la pajeó duro, echó la cabeza hacia atrás gritando como un puto cabrón y empezó a deslecharse encima de sus nalgas.
Los chorrazos blancos y espesos no paraban de salir, cayendo sobre la raja del culete, deslizándose desde sus nalgas hasta sus muslos. Recuperándose poco a poco, sacudiéndose el rabo como si acabara de mear en el urinario de unos baños públicos delante de otros machos, alardeando de su pedazo de polla, dejó que las últimas gotas de la sacudida impregnaran el culo del chaval, despejó con el cipote el camino del ojete que había dejado cubierto de lefa y le metió dentro del ojete la polla bien corrida.
La hundió hasta el fondo y, cuando salió de su interior, su propia leche se fue despegando como pegamento entre sus caderas y el culazo. Mantuvo la polla dura como un buen macho durante varios minutos, metiéndola lentamente, contemplando la maravilla que le había dejado encima, un montón de semen desperdigado entre las nalgas y los pelos de sus pierna y la base de su propia polla.
Con los dedos arrastró algo de esa lefa hacia el ojete y volvió a hundir la polla. «Bien preñado«, le decía, mientras no dejaba de mecerse hacia adelante y hacia atrás, clavando su gigantesco miembro lentamente, depositando poco a poco su corrida dentro de ese cabronazo. Viktor se retiró y observó la imagen. El chavalito con las piernas abiertas, la raja de su culito de melocotón, todo mojadito de leche. Había pasado ya un buen rato y a Viktor no se le bajaba. Es más, viendo esa imágen incluso se le estaba empezando a poner más dura. Algo le decía dentro de su cabeza que iban a pasar el día entero en la habitación gozando como perros.