Un chulazo de barrio mama polla, se deja follar a pelo y lefar la jeta por pelas | Latin Leche

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La zona de las antiguas vías, poco transitadas, se habían convertido en un lugar por el que cada vez se dejaban caer más chavales heteros jovencitos que querían sacarse un dinero extra. Solías encontrarlos a eso del final de la tarde, después de la jornada de trabajo de la albañilería y la construcción. Chavolotes guaperas, fuertecitos, musculados, cansados después de un duro día, pero todavía con energías y ganas de follar.

Mentían a sus novias diciendo que después del trabajo se iban a tomar unas cervezas con los colegas. En realidad se quedaban esperando a otros tios con los que hacer cosas de hombres. El cámara de Latin Leche se encontró con uno de ellos, todo buenorro, guapete de cara, de piernas algo peludas. Llevaba unos pantalones de deporte cortitos bajo los cuales se notaba que no llevaba calzones, porque se le marcaba todo el contorno de la polla bailando por debajo, y no los llevaba a posta, por supuesto.

Los dos se quedaron magreándose los paquetes, mirando a un lado y a otro por si venía alguien. necesitaban estar más relajados, así que el chaval se lo llevó a su humilde casita. Allí el cámara empezó a desnudar su cuerpo. No podía resistirse más a verle la polla. Le bajó las bermudas y descubrió un potente rabo con bastantes pelos en la base, como un buen machote. Le encantó recorrer ese cuerpazo atlético con sus manos, su esplada, sus tatuajes y sus abdominales.

El chavalito estaba dispuesto a dejarse hacer de todo, le quedó claro desde el momento en el que le metió el dedo gordo de la mano en la boca y el tio se lo chupó como si fuera un rabo. Entonces le hizo agacharse en cuclillas y comerse uno real. No era precisamente un novatillo en esto de mamar pollas, se ve que tenía escuela.

Podía pretender que se lo hacía con tios sólo por dinero, pero si se le ponía dura y llegaba a pajearse mientras la estaba chupando, si se la comía hasta tragarla entera, algo debía gustarle, no sólo el olor de los billetes. Su culo se vendía caro, pero el cámara estaba dispuesto a pagar lo que fuera con tal de metérsela sin condón entre sus piernas. También pagó la propina por todo lo que pudiera suceder a partir de ahí y lo que pasó es que el chaval se llevó una tanda de lefazos que le dejaron la cara y los morros enlechaditos.

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