
Mi nuevo compañero de piso: Flecos se corre dentro del culazo de Geo Dovek | Kedofilms
Se notaba la tensión en el ambiente y la verdad Flecos no sabía por qué. El único rato que coincidía con su compañero de piso Geo Dovek debido al trabajo, después de comer se hacía un silencio eterno en la sala de estar y prácticamente no hablaban nada, tenían hasta que poner la tele para rellenar ese vacío. Con lo buenorro que estaba y lo machote que era, cuando le aceptó para compartir el piso, Flecos soñaba con que se iban a hacer unas buenas mamadas y estaba hasta dispuesto a ser su putita y dejarse follar a todas horas.
La líbido se le bajó en cero coma el día en que se hizo uno de esos silencios eternos y Geo recibió una llamada. El muy cabrón, delante de sus narices, empezó a decir a la persona que había detrás del teléfono que si su nuevo compi era una mujer, con mucha pluma y ya la gota que colmó el vaso fue cuando dijo que si se es un hombre se es un hombre. Pues le iba a enseñar lo que tienen los hombres!
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Flecos se levantó, le dejó bien claritas unas cuantas cosas y ya de paso se sacó el rabo de la bragueta. A los pocos segundos tenía la mano grande, fuerte y calentita de Geo acariciando su polla y al rato ya lo tenía comiendo de ella. Mira por donde no pensaba él que la líbido se le iba a despertar de nuevo de esa manera, cumpliendo su sueño con su compi pero al revés, donde él sería el macho alfa de esa follada.
Aunque algo gilipollas por sus comentarios, el tio no dejaba de ser un puto bellezón y eso de tener su cara comiendo rabo entre sus piernas se la puso dirísima. Tragaba lento, posando la lengua sobre la parte baja del rabo y se la metía dentro enterita hasta los huevos.
A él también se le había puesto dura y fue un placer para Flecos meterse entre sus piernas peluditas y atléticas y practicarle una mamada como se merecía. El rabo empezó a crecer y endurecerse dentro de su boca, largo, gordo, con unas buenas pelotas que también se dio el gusto de succionar. Calada tras calada el tio fue levantando y abriendo más las piernas hasta que se puso en posición de ser follado.
Flecos recorrió su cuerpo desde la boca, pasando por una lamida de rabo y huevos y le metió los morros en la raja del culo. Joder, fue impresionante ver a ese tiarrón tan machote gimiendo porque le estaban explorando el ojete, totalmente abierto de piernas. Unos gemidos que aumentaron en intensidad cuando Flecos paseó su rabo por el agujero y se la metió toda dentro a lo bestia y sin condón.
«A ver dónde está ahora la mujer, el tio con pluma y su puta madre, rompiéndote el puto culo pedazo de cabrón, que te mola«. Geo se revolvió sobre sí mismo y se puso a cuatro patas, poniendo frente al chaval su impresionante culazo. A Flecos le encantó ver todo desde ese primer plano que el cabronazo le estaba ofreciendo, un buen par de globos, una pedazo raja y los huevacos colgando entre las piernas.
Se la metió dentro y no paró, no paró ni cuando le vino el gustillo de la corrida. La siguiente vez que sacó su polla, la sacó chorreando lefa. Dejó el culazo de ese cabrón bien preñado y pudo ver su agujero decorado con lefa, con todo su semen saliendo en un chorrete blanco que le resbalaba por las pelotas.
No le dejó tiempo para expulsarla del interior. Le sentó en el sofá con su lefa entre los cachetes del culo y se puso a hacerle un pajote fuerte dejando la boca abierta y muy cerca de su cipote por si en cualquier momento se corría. A Flecos le encantaba pajear rabos grandotes sin mirar a los tios, guiándose sólo sintiendo el movimiento de sus piernas, el sonido de sus gemidos y la forma en la que colocaban las manos sobre su cabeza.
Le gustaba esa emoción y, a no ser que profirieran algún gemido de advertencia, eso era lo que molaba de los pajotes a ciegas, que la polla podía comenzar a soltar leche en cualquier momento y de cualquier forma sin previo aviso.
Estaba comiéndole los huevos cuando Geo le agarró de la cabeza y le puso toda la polla en verticar mirando directamente a su cara. Vio salir los lechazos blancos directos hacia el interior de su boca y mojando sus labios. Leche espesita y muy rica que mantuvo retenida para después ir depositándola sobre el pollón corrido, que descansaba ahora hacia un lado todavía morcillón, deslizando sus labios por encima con mayor suavidad.
Mientras seguía lamiéndole la polla y los huevos dejándoselos suavecitos y brillantes con su propio semen, recibió otra llamada. Se le dibujó una sonrisa de malote al escuchar lo de «al final el chaval se queda«. Si es que al final basta una buena follada para cambiar el mundo.
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