El guaperas Carlos Fontana se estrena reventado a pelo por la cacho pollaza de Ansony | Fucker Mate
Los dos patitos, veintidos añitos que celebraba el zagal de Carlos Fontana y a sus amigos no se les ocurrió nada mejor que llevarle a ciegas a una fiesta sorpresa. Para sorpresa la que se llevó cuando le quitaron la venda de los ojos y se encontró en una silla atado de pies y manos en el centro de un escenario de una sala de boys.
La música comenzó a sonar y sus colegas no paraban de armar jaleo. Al ritmo de las palmas salió un maromo llamado Ansony, cuerpazo de macho y cara de empotrador, vestido únicamente con un taparrabos que apenas podía contener lo que hostia fuese aquello que tenía entre las piernas, porque pareciera que de un momento a otro se le fuera a salir algún huevo por falta de espacio, todo super ajustado y envuelto casi sin dejar espacio a la imaginación.
No tardó en llegar el típico movimiento de striptease meneando el culazo delante de su cara ni el twerking bajando el culo hasta sus partes que ya estaban bien hinchadas. Lo mejor vino cuando se dio la vuelta y le frotó todo el paquete por los morros. El olorcito a polla de macho y la dureza que sintió, lo dejaron deseando follar como un perro.
Un ligero movimiento con las manos y la sala prorrumpió en una ovación al unísino de todos los tios que allí había, todo rabos por supuesto, cuando Ansony se despojó de la única prenda que llevaba encima y empezó a soltar a diestro y siniestro manguerazos con la polla, una salchicha descomunal, larga y gordísima a la que más de uno se acercó al escenario a tocar con sus manos para ver si todo aquello era real.
¿El mejor regalo? Que Carlos podría disfrutar de la compañía de Ansony durante todo un día, un regalo para una edad muy especial, la edad a la que la panda consideraba que un chico debía pasar a convertirse en hombre y probar las cosas buenas de la vida.
Comenzaron bien pronto. Ansony se llevó a solas a los camerinos al chaval y allí le reventó el culo. Estaban los dos tan calientes que la cosa duró poco. Después de la follada, durmieron la mona, que iban bien bebidos, en un apartamento, el mismo donde despertaron y del que no salieron en todo el puto día (eso dice el recepcionista).
Carlos se levantó el primero. Se metió en la ducha poniéndose aseado y guapete sin ser consciente de que al poco rato Ansony ya se había desvelado también y se estaba comiendo una manzana del desayuno a la vez que se machacaba la polla tumbado en la cama. Con tantas luces y a oscuras, quizá no habían sido conscientes la noche anterior ni habían reparado en caras y cuerpos, pero joder con luz la cosa era mucho mejor. Carlos se convirtió en todo un guaperas con tableta de chocolate al que da gusto montar sobre tus piernas y Ansony se convirtió en un macho mucho más potente y mejor dotado de lo que recordaba, tanto que después de pegar el mordisco a la manzana que este tenía en la mano, fue plantar los labios en el cipote y quiso morirse del gusto, abrirle el culo ya mismo y que le jodiera hasta reventarle de nuevo.
Babas y más babas es lo que dejó encima de ese sabroso trabuco, al que le gustaba sacar de vez en cuando de su boquita de mamón para pasear todo el glande por la cara. El cabrón se recreaba paseándola por los morros, el bigote y los mofletes, sintiendo la raja del capullo, bien grande y gorda, a la que se imaginaba soltando unos escupitajos de leche de la hostia, lo que le ponía más cerdo todavía.
Sus colegas le decían que tenía pinta de machito al que le gustaban los coños, quizá de ahí su tremendo éxito con los tios, poque cuando le veían comienzo minga, el hecho de ver a un guaperas así con la pija en la boca, hacía que cualquier chico se pusiera cachondo al instante. No ,le gustaban las rajetas, le gustaban los palos y cuanto más duros, grandes y gordos, mejor. Y bien que lo demostraba asintiendo con la cabeza delante de un generoso rabo en condiciones.
Acostumbrarse a una buena polla, requería su tiempo, por eso sus colegas no le habían regalado una sesión nocturna, sino toda una jornada. Ellos que ya habían superado la barrera de los veintidós sabían mejor que nadie lo que era tener un pollón tan grande como un brazo entre las manos. Cuando salieran de esa habitación a última hora de la tarde, iban a tener que limpiar las sábanas y colchón bien a fondo, porque se iban a dejar los chorros de leche hasta la última gota de los cojones y aquello iba a oler a macho que lo flipas.
Como tenían horas y horas por delante, Ansony a punto estuvo de darle el primer biberón a ese chavalito tan guapo, pero pensó que lo mejor era ir abriendo hueco y que se acostumbrase al diámetro de su polla. Antes de metérsela, le dio la vuelta, se lo puso a cuatro patas con nel culo abierto y le pegó unos lametones grandiosos con la lengua, paseándola todo lo grande que la tenía desde la base de los huevos hasta la espalda. Culo blanquito con agujero rosita, los que le molaban.
No sabía muy bien cómo se las iba a apañar para meter su troncazo en un ojete tan cerradito, pero ya encontraría como siempre la manera de penetrarlo. Y el que se llevó una sorpresa entonces fue Ansony, que nada más clavarla vio cómo ese culazo se la tragaba enterita sin rechistar, centímetro a centímetro.
Era una gozada disfrutar de un tio guapo como Carlos, con su pendiente que le daba un aire de chico malote, gozando de un rabo grande dentro de su culo, porque uno asocia la imagen de un tio así abriendo almejas y de repente verlo gimiendo y suplicando polla con el ojete, pues para volverse loco y follarle a saco. Mucho más teniéndole ahí a tu merced, tumbadito boca arriba sobre la cama, agarrándole las piernas, abriéndoselas y divirtiéndose mirando cómo tu rabo se desliza dentro de él y fuera, teniendo su cuerpo musculado de gym encima del tuyo, mientras salta sobre tu polla o le metes una buena empotrada.
El primer asalto del día, segundo si contamos el de la madrugada en el camerino, se saldó con una preñada atípica. Ansony sintió la necesidad de sacar el rabo al notar que le venía el gustillo, pero tras soltar un reguero de leche sobre los huevos y el culo del chaval, se lo pensó dos veces y corrió raudo a metérsela dentro de nuevo antes de que dejase de salirle leche por la polla.
Y le dio, le dio tiempo a meterle una preñadita como está mandado, lo que un chavalote así se merecía. Ansony le penetró metiendo los últimos estertores rellenándole el culito de lefa. Con el ojete estrenado a lo bestia, a partir de ahora todo sería mucho más fácil. Ya corrido y desfogado, le ayudó a Carlos a cascarse una paja. Le cogió con una manaza por detrás de la cabeza, la otra en el culo metiéndole el dedo gordo dentro del agujero y al chaval no le quedó más remedio que sacarse la leche y dejársela encima de los abdominales. Joder, se habían sacado bien de leche de los huevos. Ahora tocaba pedir el desayuno, descansito y a seguir follando, que no todos los días se cumplen veintidós.
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